Marga Crespí, en una imagen de archivo. | Fernando Fernández

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En menos de un año, la carrera deportiva de Marga Crespí (Palma de Mallorca, 1990) ha dado un giro absoluto al convertirse, junto a la capitana Ona Carbonell, en uno de los puntales del equipo español de natación sincronizada, un «cambio apasionante» que culminará con el Mundial de Barcelona.

Con la repentina retirada de Andrea Fuentes tras los Juegos Olímpicos de Londres, la nadadora mallorquina comparte con Carbonell la rutina de dúo, un reto que, tal y como reconoce en una entrevista concedida a Efe, afronta con ilusión y «un punto de presión» porque el listón está muy alto.

«Hemos tenido poco tiempo para preparar los entrenamientos. Todo fue un poco precipitado, pero lo afronto con muchas ganas. La primera competición la empezamos en marzo y a partir de ahí hemos ido mejorando y hemos demostrado, día a día, que llegamos a un buen nivel», explica.

La adaptación no fue fácil. En menos de nueve meses, ha tenido que suplir el inmenso vacío de Fuentes en el ejercicio de dúo y adaptarse a la manera de trabajar de Ona Carbonell, la jefa de filas del equipo.

Para ello, Crespí se ha dejado aconsejar no sólo por su compañera, sino por la misma Fuentes que, tras un receso de unos meses, les ha ayudado a perfeccionar el dúo que, a ritmo de tango, deberá desgranar en la piscina del Palau Sant Jordi.

«Somos un dúo joven, con mucha energía y creo que mi reto es demostrar que estoy al nivel de Ona y que podemos competir juntas. Estoy convencida de que habrán pocas diferencias en comparación con el ejercicio que hicieron Ona y Andrea en los Juegos Olímpicos de Londres», subraya.

La metamorfosis no sólo se ha producido a nivel personal, sino también colectivamente. El despido de la entrenadora Anna Tarrés y el adiós de Fuentes tras los Juegos Olímpicos de Londres provocó, según la nadadora balear, cierta convulsión en el seno del equipo.

«Todos los factores externos no fueron fáciles, pero al final decidimos ir a una, sin hacer caso a lo que decía la gente, porque finalmente nuestro trabajo está dentro del agua y debemos disfrutar con lo que hacemos», ha recordado.

Bajo la batuta de la nueva seleccionadora Esther Jaumà, cambiaron algunas dinámicas. Por ejemplo, las nadadoras consiguieron pactar una tarde libre a la semana durante la temporada de entrenamiento, mientras que la manera de trabajar las coreografías es, según apunta, distinta.

«En cierto modo parece que todo ha cambiado y no es que no nos haya costado, porque los cambios no son fáciles, pero al final vimos que el único camino que teníamos era unirnos», destaca Crespí, quien añade que una de las claves para evolucionar ha sido aislarse del «ruido» externo con las polémicas entre Tarrés y la cúpula de la Federación Española de Natación.

Sin embargo, no cree que el cambio de dinámica sea un inconveniente para competir buscando la perfección y variar el estilo de algunas coreografías.

Así, las sirenas españolas estrenarán en Barcelona los dos solos de Ona Carbonell, la rutina libre de equipo, a ritmo de la exótica Samsara, y el combinado técnico libre, un homenaje al rey del 'Rock and Roll', Elvis Presley.

«Quizás las rutinas son más rápidas, más dinámicas. El combo es muy diferente al que teníamos hasta ahora porque llevábamos 4 años con el mismo combo y creo que es muy diferente. No hay descansos y eso puede gustar al jurado», concluye