Fred y Neymar se abrazan para celebrar el primer gol de la selección brasileña. | SERGIO MORAES

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La selección de Brasil llegó a la final de la Copa Confederaciones con una sufrida victoria contra la de Uruguay, por 2-1, en un partido duro, lleno de faltas y de tensión que decidió un gol de Paulinho en el minuto 86. Una individualidad de Neymar propició el rechace que Fred convirtió en el primer tanto brasileño, al filo del descanso, y después el nuevo jugador del Barcelona lanzó el saque de esquina que transformó Paulinho en el gol de la victoria.

Edinson Cavani anotó el gol de Uruguay, que pudo haberse puesto por delante en el marcador con un penalti que falló Forlán cuando el partido estaba empate a cero. De haber acertado podría haber cambiado la historia de un duelo que, a grandes rasgos, respondió a las expectativas de uno de los clásicos sudamericanos de mayor rivalidad.

La tensión y la rivalidad extremas se tradujeron en un encuentro duro, con mucho contacto, bastantes faltas por ambas partes y pocos espacios para que el fútbol fluyera.

Uruguay jugó mejor que Brasil en varias etapas del partido y anuló en gran medida la creación de los anfitriones. El equipo de Óscar Washington Tabárez impidió a Brasil repetir un inicio de partido avasallador como ocurrió en los tres primeros encuentros de la primera fase, con una presión muy arriba, en la que estaba implicado hasta el trío ofensivo de la Celeste .

Gran trabajo

El centro del campo uruguayo, con un trabajo ingente de Cristian Rodríguez, una sombra constante para Paulinho, y de Edigio Arévalo Ríos, muy atento a todos los movimientos de Oscar, impedía que Brasil pudiese desarrollar su habitual juego de toque. Con el equipo anfitrión muy lejos de la portería rival, la primera gran ocasión del partido fue un penalti en el minuto 12, fruto de un agarrón de David Luiz a Diego Lugano.

Forlán fue el responsable de tirar el penalti, en medio de un estruendoso abucheo por parte de la afición local, pero Julio César, con una estirada espectacular, evitó el gol.

La presión uruguaya mantuvo a Brasil con las manos atadas en gran parte de la primera mitad y hasta la media hora, a pesar de su dominio del balón, solo produjo un par de ocasiones, un tiro lejano de Oscar y una internada de Paulinho. Los visitantes tampoco lograron crear demasiado peligro porque rifaban el balón en exceso cuando iniciaban los contraataques. Sin progreso en el juego colectivo, Brasil salió del atolladero gracias a una jugada individual de Neymar, que se internó en el área y trató de superar por alto al portero Fernando Muslera, que palmeó y dejó el balón a los pies de Fred, que solo necesitó empujarlo a gol.

Nada más regresar del descanso, Uruguay estableció las tablas con un remate certero de Cavani, después de una serie de toques y un mal rechace de Thiago Silva, que regaló el balón en su propia área al delantero rival. Eran los mejores minutos de Uruguay. El equipo celeste tenía más presencia ofensiva gracias a los desdobles entre Luis Suárez y Forlán, que causaron grandes problemas a Brasil.

La entrada de Bernard, joven talento del Atlético Mineiro, oxigenó el juego de Brasil, y la subida de Marcelo, que se instaló en la posición de extremo, le imprimió velocidad. Brasil comenzó a pisar el área celeste con más asiduidad.

A pesar de su gran dominio, Brasil tuvo dificultades para poner a prueba a Muslera y solo el saque de esquina teledirigido de Neymar a la cabeza de Paulinho le permitió el pase a la final, ante una selección de Uruguay que no dejó de luchar.