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La historia de Joan Reinoso Figuerola es la de un ejemplo de superación y vitalidad que ha permitido a este joven y sus más allegados remontar una situación límite. Y es que hace un año y un día, un domingo 6 de mayo de 2012, el destino puso a prueba a este deportista, que participaba en el Trofeu Pep Amengual de pesca submarina, dentro del equipo del Pedro José Carbonell. Súbitamente, se desató una tormenta con aparato eléctrico en aguas de la Bahía de Pollença, y con ella, uno de los rayos que cayó, impactó bruscamente sobre el cuerpo de Reinoso, que atravesó.

El otro ocupante de la embarcación resultó herido leve y Carbonell, que se encontraba en el agua, practicó unos primeros auxilios que resultaron vitales para Reinoso, además de pedir ayuda y activar todos los protocolos de actuación. «Fueron los peores minutos de mi vida», aseguraba todavía en caliente el tricampeón mundial, quien posteriormente dedicó su victoria a Joan, que tras ser atendido por el médico de la Federación Balear de Actividades Subacuáticas y los servicios de emergencias, puso rumbo hacia un centro hospitalario.

En ese punto comenzaba una nueva vida, una carrera frenética por recuperar una normalidad que, poco a poco, paso a paso, Joan ha ido haciendo suya. A sus 21 años, este apasionado del deporte ha recibido «incontables muestras de apoyo», recuerda Marga, su madre, testigo desde el primer día de una evolución milagrosa, prodigiosa.

«Ha sido un año duro, pero Joan es un luchador. Cada vez más. Hemos vivido días difíciles, todo ha sido muy lento, pero ahora camina, puede hacer ejercicio, habla, come... Ha costado volver a empezar de cero, pero nos ha dado una lección a todos», añadía. Tras tres semanas en coma y un ingreso hospitalario que se prolongó hasta el pasado 15 de agosto, Joan Reinoso ha vuelto a nacer. Y lo ha hecho a base del coraje que él y los suyos han derrochado a lo largo de doce meses plagados de buenos y malos momentos.

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«La lista de agradecimientos sería interminable», recuerda Marga. Una madre que destila orgullo en cada una de sus palabras, y que quiere tener un recuerdo especial para varias personas por su entrega. «Sus amigos han estado desde el primer minuto», asevera, pero también desea una mención notable «para Dani Salas, que desinteresadamente ha pasado muchas horas con él; Miquel Capó, el personal de la UCI del hospital de Son Espases, Marcel, su fisio, por su dedicación; Bárbara, Paula, Marta, Ana y Maribel, de Sant Joan de Déu; Pere Reynés, Pedro Carbonell, la gente del 061, y todos los que han estado siempre, presentes o en pensamiento, a nuestro lado... a su lado», comentaba.

Ayer, sus amigos y los más allegados quisieron compartir con Joan una fecha que marcó a todos y que abre una nueva singladura en la vida de un joven en cuya definición existe unanimidad: «Es una gran persona, y su actitud es una lección para todos», dicen personas próximas a Reinoso, cuya historia sienta un precedente esperanzador.

El propio Joan escribía unas palabras a través de Facebook, recordando lo que doce meses atrás aconteció. «Ha sido el año más lento de todos. Los segundos eran minutos. Los minutos horas, y las horas, días», confesaba, a la par que se sentía «afortunado, porque mis amistades y familia no son un 10, son un 11». Prosigue Reinoso diciendo que «he tenido que aprenderlo todo de nuevo y es inexplicable la rabia que da», sin dejar de lado el agradecimiento a todos los médicos y especialistas que le han tratado. «Estoy en deuda con ellos de por vida», asegura, a la par que resume su forma de afrontar la situación: «Si me caigo, me vuelvo a levantar. Y esta vez no será una excepción», advierte.