Imagen del púgil alemán Marco Huck, ayer, entrenando. | Teresa Ayuga

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El campeón del mundo del peso crucero de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), Marco Huck, prepara en Mallorca su décima defensa del título, la que debe concederle la etiqueta de «supercampeón» en un trayecto profesional en el que ha acumulado 34 victorias (25 por KO), dos derrotas y un empate. Entre Santa Ponça y Palmanova afina su puesta a punto bajo las órdenes de Ulli Wegner y tiene previsto regresar el próximo día 19 a Alemania, donde se las verá con Firat Arslan el 3 de noviembre por un lugar en la historia.


Su apodo es Capitán Huck, pero su historia invita a colocar el adjetivo increíble junto a su nombre. Nacido en Sjenica (Serbia) el 11 de noviembre de 1984, el pequeño Muamer Hukic llegó a Alemania con 8 años, huyendo junto a su familia de la guerra de los Balcanes. Durante un tiempo convivió con otras seis personas en una habitación y a base de trabajo y golpes fue abriéndose paso en el noble arte. Si bien sus inicios en un ring fueron practicando kickboxing, en 2004 dio el salto al boxeo profesional dirigido por el ‘gurú’ boxístico de la Alemania Oriental, Uli Wegner, que encauzó el talento descarriado de Marco Huck, al que forjó bajo una premisa clara: «Disciplina y disciplina. En el entrenamiento manda el entrenador y no hay democracia», dice Uli.

«Todo lo he conseguido con mucho esfuerzo. Nadie me ha regalado nada y no hay nada más bonito que convertir tu hobby en tu profesión y darle a mi familia todo lo que tiene ahora tras haber vivido momentos difíciles», explica el púgil. Peleará en el estadio Gerry Webber de Halle (Alemania), escenario del torneo de tenis, y lo hará por un premio que podría rondar los 800.000 euros. Admite que pelear en casa supone presión, pero también asegura que este tipo de presión le gusta y que solo tiene en mente subirse al ring para «ofrecer un buene espectáculo, porque lo que me gusta es dar espectáculo».
«Entrenar en Mallorca ha sido un premio», dice Marco Huck, que adora el clima y un ambiente que conoció en 2006, cuando tuvo como sparring a David Quiñonero. Tanto él como su entrenador coinciden en el mismo análisis: «Hay talento en España y lo hemos visto en Mallorca, pero faltan apoyos».