El serbio Novak Djokovi (izquierda) y el suizo Roger Federer se saludan tras finalizar el partido que les ha enfrentado en semifinales de Wimbledon. | STEFAN WERMUTH

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El suizo Roger Federer destronó hoy en las semifinales de Wimbledon al vigente campeón, el serbio Novak Djkovic, por 6-3, 3-6, 6-4 y 6-3, en dos horas y 19 minutos, y optará el domingo al número uno del mundo y a su séptimo título en el All England Club.

Federer, primer tenista en la historia que disputará ocho finales de Wimbledon, desgastó las líneas de la pista central, cubierta por la lluvia, para frenar el avance de un tenista en estado de gracia en los últimos tiempos, finalista en seis de los últimos siete grandes torneos que se han disputado, pero que hoy cometió demasiados errores para ganar.

En la final, frente al británico Andy Murray o bien ante el francés Jo-Wilfried Tsonga, el suizo tendrá la oportunidad de desbancar a Djkovic del número uno del ránking e igualar a sus 30 años el récord del estadounidense Pete Samparras, que acumuló 286 semanas al frente de la clasificación de la ATP.

Djokovic y Federer se habían enfrentado en 26 ocasiones antes de hoy, diez de ellas en Grand Slam (14-12 para el suizo), pero nunca antes sobre hierba, una superficie rápida en la que un saque agresivo es más determinante que en otras pistas y levantar la bola al resto requiere una especial destreza.

La dificultad para defenderse sobre el césped de la central del All England Club, ya desgastado por las casi dos semanas de torneo, se hizo evidente en los primeros juegos del duelo, en los que ambos oponentes explotaban su saque y los intercambios concluían a los pocos golpes.

En una jornada fría y lluviosa al suroeste de Londres, que obligó a desplegar el techo retráctil de la pista para evitar parones en el juego, fue Federer el primero en aclimatarse a un escenario en el que ha disputado siete finales, de las que solo ha perdido una (la que le arrebató en 2008 el español Rafael Nadal tras casi cinco horas de juego).

El suizo comenzó a sentirse cómodo sobre la pista tras los primeros juegos, arrancando con golpes inesperados los aplausos de los cerca de 15.000 espectadores que abarrotaban la central, y materializó esas buenas sensaciones en el marcador al imponer al resto una ventaja de 4-2 en un primer set que no iba a dejar escapar.

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Djokovic, sin embargo, no es el ruso Mikhail Youzhny, que claudicó en cuartos ante la raqueta del suizo en un fugaz encuentro de hora y media, sino el tenista que ha dominado el circuito en los últimos tiempos, ganador de cuatro de los últimos seis Grand Slam que se han disputado.

El vigente campeón de Wimbledon no parecía preocupado por haber dejado escapar la primera manga en 24 minutos, y saltó a la hierba en la segunda dispuesto a discutirle el duelo a Federer, prácticamente el anfitrión en la pista central del All England Club, dado su predominio en este escenario durante la última década.

El serbio rompió el servicio de su adversario a las primeras de cambio y Federer, por detrás en el duelo, parecía por momentos un jugador más rígido y con menos muñeca para sacarse golpes maestros de la manga.

Tras dejar escapar el segundo set, el suizo tuvo la opción de discutirle el saque al número uno del mundo al inicio del tercero, pero terminó el juego cabizbajo ante la potencia de un Djokovic terco, convencido de cada uno de sus golpes.

A sus 25 años, el serbio demostraba más capacidad física que Federer, a punto alcanzar los 31, si bien el suizo sabía echar mano de su juego elegante para, aparentemente sin esfuerzo, desquiciar a Djokovic en algunos puntos.

Así lo hizo al final de la manga, cuando desequilibró el duelo al anotarse al resto el último juego ante un Djokovic que comenzaba a ver cómo se le escapaba el duelo debido en gran parte a sus propios errores.

Djokovic, nervioso y descentrado, fallaba demasiadas bolas, casi el doble que Federer, que no estaba dispuesto a desaprovechar esa oportunidad y volvió a ponerse por delante en una cuarta manga que resultó definitiva pese a la resistencia del serbio.