Lorenzo Ripoll, a la izquierda, recibe de manos de Miquel Bestard una distinción por parte de la Federació de Futbol de les Illes Balears, en su última aparición pública, en la que fue objeto de un merecido tributo junto a Tomás Monserrat. | Jaume Morey

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Hacía tres años que vivía en Lluc. Tomaba pastillas para la diabetes y llevaba un marcapasos, así que un día alquiló su apartamento del Paseo Marítimo de Palma y con el dinero que recibía alquiló a su vez una celda pegada al Monasterio. El aire sano, la bulliciosa alegría de los «blavets» y la cercanía de la Virgen lo mantenían en forma. Había establecido su base en el Café de Sa Plaça y allí recibía a los amigos que periódicamente le visitábamos. Hasta ayer, que después del aperitivo y haber comprado el periódico se desplomó. La falló el corazón, y de nada sirvieron los desvelos de María, la farmacéutica, para reanimarlo. Lorenzo Ripoll Flexás, periodista de raza, amigo del alma, había muerto. A los setenta y seis años de edad y despues de que todas las pruebas que le habían hecho la pasada semana en Son Dureta, incluido el estado del marcapasos, no hicieran prever el fatal desenlace que el Rvdo. Gabriel Seguí, director de la Escolanía, me comunicó llorando como un «blavet» en el mismo momento de producirse.

Así, a vuela pluma, recuerdo que Lorenzo siempre presumía de haber nacido en la barriada de Santa Catalina, cosa que ocurrió el 6 de enero de 1934. Periodista vocacional, pasó prácticamente de ser campeón de España juvenil de natación, en estilo mariposa, a ejercer como reportero, pues a los dieciocho años ingresó en El Correo de Mallorca, rotativo que al fusionarse con La Almudaina pasó a denominarse Diario de Mallorca.

Pero donde Lorenzo Ripoll se labró una justa fama de gran periodista fue en el diario Baleares, donde ocupó la jefatura de deportes hasta prácticamente su jubilación laboral, que no vocacional, puesto que seguía colaborando en Ultima Hora.
Se da la circunstancia que la última aparición pública de Lorenzo Ripoll fue el pasado 4 de octubre, fecha en la que Miquel Bestard, presidente de la FFIB, le otorgó la distinción de Leyenda del Periodismo Deportivo, junto a otro gran veterano: Tomás Monserrat. Hasta ayer, Lorenzo Ripoll era el decano de los periodistas deportivos en Mallorca. Ahora, la lista se estrecha.