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Pep Lluís Martí (Palma de Mallorca, 1975) ha cogido el mando del nuevo Mallorca. La reestructuración que ha sufrido la caseta rojilla tras la marcha de algunos pesos pesados ha elevado al centrocampista como uno de los referentes del grupo que empieza a moldear Gregorio Manzano. El balear, que se ha convertido además en el mejor consejero de los jóvenes durante la concentración de Kössen, no se preocupa demasiado de la venta del club, ni de lo puede acarrear la llegada de Carlos González. Sólo piensa en el fútbol y en el brazalete que lucirá a partir de este mismo verano.

«Me siento muy orgulloso de poder representar a mis compañeros», asegura convencido mientras gesticula. «No quiero defraudar a ninguno de ellos porque son las personas con las que voy a compartir más tiempo. ¿El nuevo líder de la plantilla? No se trata de eso», añade. «Está claro que mi experiencia la puedo transmitir a los más jóvenes, ya que los que hay aquí son muy receptivos y sólo pretenden que el grupo siga creciendo. Gracias a mi trabajo he tenido la suerte de conseguir muchas cosas y de mantener un nivel fuera de lo habitual para la edad que tengo. Mis compañeros pueden aprender de mí, pero yo también tengo muchas cosas que aprender de ellos». Mientras asume el nuevo rango, Martí no esquiva ninguna de las preguntas que se le plantean. Ni siquiera las referidas a la venta de la entidad y a la inminente llegada del nuevo propietario. «Obviamente, los jugadores nos interesamos, sobre todo al leer la prensa, pero no nos obsesionamos. Una vez que se concrete todo el próximo día 27, ya veremos qué pasa y con qué ideas llega el nuevo dueño», afirmó el jugador.