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Fernando Fernández Una mallorquina ha conseguido hacerse un hueco entre los 'Gators', uno de los equipos con más solera en la natación universitaria estadounidense. Poco más de tres meses le han bastado a Melanie Costa Schmid (Palma, 1989) para granjearse el respeto de sus compañeros, para amoldarse a una vida radicalmente opuesta a la de este lado del Atlántico. Gainesville y la Universidad de Florida han dado cobijo a más de sesenta medallas olímpicas. Ryan Lochte, Dara Torres, Dana Vollmer, Anthony Nesty, o el propio Martín López-Zubero adornan una historia de la que la deportista del Club Natación Palma y el CTEIB ya forma parte.

A las órdenes del prestigioso Gregg Troy y con Martyn Wilby siguiendo su progresión -Rafa Huete la supervisa desde la distancia-, Melanie afronta un desafío que va más allá de lo deportivo, con Londres 2012 en el horizonte y un 2009 en el que el Mundial de Roma no es un objetivo prioritario. En su retorno a Europa, la olímpica será uno de los atractivos de los Campeonatos de España de Málaga. La poseedora de los récords estatales de 200 libres -fue la primera mujer en bajar de dos minutos, 1:59.12- y del relevo 4x200 (Pekín, 8:00.90) compagina sus estudios de enfermería con una estricta preparación. Eso sí, los inicios en Florida no fueron fáciles. Y eso que internet se ha convertido en su aliado en vistas a no perder contacto con Mallorca. «Pensaba que no aguantaría. Estaba lejos de casa, pero mis compañeros me han ayudado mucho», confesaba Melanie, que estos días prepara en la Isla los nacionales, claves de cara al Mundial y los Juegos Mediterráneos. Los 200 y 400 libres están en su agenda más inmediata, aunque advierte que no llega en su mejor momento. «No espero mucho. He cambiado toda mi rutina de vida, y veo muy lejos Roma, aunque me ilusiona hacer mínima. Sino, me queda el US Open», recalcaba la deportista.

Su aterrizaje en Estados Unidos tras el tramo más intenso de entrenamiento (de agosto a enero), ha sido un hándicap añadido para Melanie. «Empecé en su segundo semestre, cuando ellos habían acabado con el trabajo intensivo. Me noté por debajo del resto, y me entendieron, pues mi preparación se orienta hacia 2012. Por eso, creo que puedo sacrificar un año», añade.

«He perdido fuerza por la diferencia de entrenamientos y el estrés de la adaptación; también cambiar de entrenador se ha notado», recalcaba la nadadora, que ha tenido tiempo de foguearse en los Southeastern Conference Championships (SEC), y los campeonatos universitarios (NCAA), logrando victorias, podios y cronos de referencia. Su agenda no variará en exceso hasta julio, pese a su rigidez. Su día suele arrancar cuando el sol no se ha asomado. Entrenos de 5 a 7 de la mañana, clase hasta las 11:30, otra vez piscina, hasta la singular hora de la cena (17:00), estudio y ocio forman un planning en el que una scooter le ayuda a moverse por el interminable campus de Florida -unos 50.000 estudiantes conviven allí-, vivero de una decena de olímpicos en Pekín y ejemplo en tecnificación. Tanto, que los resultados académicos definen su vida en la piscina. Algo que no preocupa a Melanie, que se aplica para no desaprovechar la beca y una ocasión de oro para llegar a Londres con opciones de hacer algo muy grande.