Los jugadores se abrazan tras uno de los goles logrados por Samuel Etoo. Foto: TOMÁS MONSERRAT

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El Mallorca de Luis ya empieza a tener un aspecto saludable. Después de un mes y medio de tormento, la luz se adivina al final del túnel. Ayer dio síntomas de su reivindicación como equipo con un triunfo holgado (4-2) que le permite avanzar en la Copa de la UEFA y recuperar el crédito perdido. Más allá del marcador, el poso de satisfacción que deja el partido es el de comprobar la recuperación de futbolistas que parecían evadidos. La buena noche de Samuel Etoo, Nagore y Nené inspira esperanza y confianza, dos palabras que parecían olvidadas en el manual de este Mallorca 2003-04. En la victoria tiene mucho que ver la sencillez técnica y táctica de un enemigo que arrancó con ganas, pero que se derrumbó tras el descanso.

La historia de este triunfo empieza en el minuto 28 con un remate de tacón de Etoo que amortiguaba la sorpresa del 0-1; continúa en el 61 con el segundo del camerunés; en el 67 con el 'hat-trick' del africano tras un pase de Nagore, y termina en el 90 con la guinda de Correa después de un centro de Nené. El Mallorca comenzó con la luz apagada. Tardó en entrar en acción y sólo los arranques de Etoo le despertaron de una sorprendente modorra. El Apoel tumbó el campo a los costados y en el primer cuarto de hora ya había convocado a la sorpresa del 0-1 y había provocado tarjeta a los dos laterales y a un central rojillo. Congeló la noche y el ambiente con un gol de verbena que metió el dedo en la llaga de los vicios adquiridos. Los chipriotas botaron un córner que nadie remató, el balón le llegó a Okkarides tras un mal achique de la defensa local y éste metió la zurda a la escuadra derecha de Miki.

Poco a poco, la maquinaria se puso en marcha y la resistencia del Apoel se fue doblando. Sobre todo, en los últimos minutos de la primera parte. Samuel Etoo monopolizó el balón. animó a la gente y despertó a sus compañeros. Con Colsa desacertado en el pase, Nagore dirigió el tráfico con sentido. Luis Aragonés se levantó, miró a sus hombres y estos apretaron el acelerador. El gol del empate fue un calco del primero, de chiste. Campano sacó de esquina, Nadal no pudo rematar, el chut lejano de Nené le llegó de nuevo a Campano, que centró rasa y Etoo, de tacón, empujó a la red. Era el minuto 28, el Apoel desapareció del mapa y en el campo brilló más el músculo que el talento.