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JOSÉ A. PASCUAL-EDMONTON
Iván Lázaro Pedroso, el «saltamontes», demostró con su cuarto título mundial consecutivo que sigue siendo el amo del salto de longitud. Pedroso, que acudía a Edmonton 2001 mal colocado en la clasificación mundial de la temporada y que había hecho una discreta fase previa, expuso en la final algunas dosis de su gran categoría. Distó algunos centímetros de sus mejores días, pero tampoco necesitó más que lo que hizo. Ganó con un salto de 8'40 en su quinto intento, con lo que no dio opciones a sus rivales. No obstante, con los 8'35 del tercero le hubiera valido también.

Este habanero nacido el 17 de diciembre de 1972 pasa por ser uno de los atletas más fiables y exitosos de los últimos años. De hecho, no ha perdido una gran competición desde 1997. En Sydney logró el último oro que le faltaba, el olímpico, pero en su ya extensa carrera acumula cinco títulos mundiales bajo techo (Toronto'93, Barcelona'95, París'97, Maebashi'99 y Lisboa'01), cuatro al aire libre (Gotemburgo'95, Atenas'97, Sevilla'99 y Edmonton'01) y dos Panamericanos (Mar del Plata'95 y Winnipeg'99), entre otros logros. En esta oportunidad no tuvo que sufrir como en Sevilla o Sydney, donde Yago Lamela y el australiano Jai Taurima, respectivamente, lo forzaron a sacar sus grandes dotes de competidor.

Pedroso recogió con ese salto el testigo del estadounidense Carl Lewis, que se había colgado el oro olímpico de longitud desde Barcelona'92. En ese momento alejó muchos fantasmas, esos que tenía por haberse quedado a las puertas del podio en los Juegos españoles cuanto tan solo tenía 19 años, y por aquella lesión que le impidió llegar en forma a Atlanta´96, donde tan solo fue duodécimo. Los propios técnicos cubanos opinan que Pedroso no tiene el somatotipo ideal para el salto -mide 1'76 y pesa 70 kilos-, pero su cuerpo posee la flexibilidad y la fibra del saltador nato que le permite estirarse en el aire.

Pedroso ha alcanzado todos sus títulos y una marca oficial de 8'71 metros que le sitúan en el séptimo lugar de todos los tiempos, aunque en 1995 saltó en Sestriere 8'96 que hubieran sido récord mundial si la IAAF no hubiera anulado la marca por irregularidades en la medición del viento. Se marchó un centímetro más allá que Powell. Tras un largo contencioso y varios recursos, la IAAF decidió que un árbitro se había situado ante el medidor de viento, por lo que el récord carecía de validez.