TW
0
FERNANDO FERNÀNDEZ Veinticuatro autocares -contando al del Caprabo Lleida-, gradas supletorias rebosantes de escolares ruidosos, animadores infantiles, presentación a la americana, y un recuerdo para el gran ausente, Kelby Stuckey. Todo parecía estar a punto. El Palau no fue ni mucho menos el infierno en que se erigió con la visita del Bàsquet Manresa, pero ni los nostálgicos de aquellas tardes de Liga EBA recordaban un montaje similar. Sobra decir que el lleno fue absoluto. Y es que Caprabo Lleida se dedica a llenar pistas desde el pasado curso. El salto cualitativo dado por el grupo de Edu Torres ha convertido a los de la Terra Ferma en un cuadro siempre atractivo.

El merchandising apareció por el Palau, como también lo hicieron casi todas las autoridades. En la zona de prensa, el caos habitual. Nadie quería perderse un choque definitorio en vistas al futuro inmediato de los inquenses, y la alternativa televisiva ofrecida por Menorca y Manresa a pocos interesó.

La reventa existió, otra cosa es que funcionara. Ver para creer. Para que luego digan que la LEB y el baloncesto no interesan. Fue el segundo lleno de la temporada -esperemos que no el último-, todo un oasis para la economía y las arcas de la institución presidida por Sebastià Penya, más teniendo en cuenta la necesidad que tiene el equipo de contar con un nuevo jugador interior foráneo tras la desgracia caída sobre uno de sus hombres más resolutivos, Stuckey. Por cierto, se escucharon algunos pitos desde la grada cuando durante las presentaciones se oyó el nombre de José Luis Abós García. Y es que siempre hay alguien que nunca puede estar contento, o al menos resignarse.

El «Súper Bono» funcionó, pero con un poco más de ambiente, y con el factor cancha a favor en los play off, el conjunto mallorquín tiene mucho que decir en un Palau que vivió otra de esas noches estelares, pese a que el rival no es un ilustre nacional. Un par de horas que dejaron claro que dos llenos no son fruto de la casualidad, y más en Mallorca.