El viento en contra y su salida juegan una mala pasada al piragüista mallorquín, que se queda a menos de dos décimas del bronce | Efe

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Uno de los escenarios meteorológicos más temidos compareció ayer en la pista de Eton Dorney. El viento de cara, en contra, se convirtió en un rival añadido para Sete Benavides, que se vació a la caza del quinto metal balear, pero el piragüista mallorquín tuvo que conformarse con una dolorosa cuarta plaza, quedándose a menos de dos décimas del bronce, del podio y de hacer realidad un sueño olímpico que queda aplazado en Londres 2012 y tendrá que esperar hasta Río 2016.

El palista del Real Club Náutico del Port de Pollença comparecía en la jornada decisiva, en la que se veían las caras los ocho mejores canoístas en una apasionante final de C1 200 metros, con el segundo mejor registro de las clasificatorias y semifinales. Sus prestaciones y resultados previos avalaban al pupilo de Kiko Martín, ante su gran oportunidad de confirmar poco más de un año espectacular que le ha llevado a ser, con apenas 21 años, una de las sensaciones de este deporte a escala internacional.

Favorito

Minutos después de que Saúl Craviotto ampliara el medallero español, y el de nuestro piragüismo, salía a la pista de Eton Dorney Benavides. Con la vitola de aspirante incluso al oro, más tras la sorprendente eliminación del azerbayano Valentin Demyanenko (vigente campeón mundial y europeo), el isleño fue de menos a más, pagando una salida en la que perdió terreno respecto a sus oponentes, y puede que también la dureza del agua y la carga de trabajo en sus brazos, pero especialmente el viento, enemigo imprevisible y demasiado cruel ayer con el balear.

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El ucraniano Yuri Cheban enseguida dejó claro que iba a por todas, haciéndose con una leve ventaja sobre el resto de canoas. El lituano Shuklin, el ruso Shtyl -que el viernes batió a Sete en la semifinal- y el propio Benavides presionaron e incrementaron el ritmo de palada para neutralizar la ventaja de Cheban. Incluso Sete remontó para alcanzar la segunda posición por momentos, posicionándose en plaza de medalla al ecuador de la prueba de C1 200, pero a medida que se acercaban los últimos cincuenta metros, la igualdad prevista se confirmó y todo se iba a jugar en las últimas paladas y por décimas de segundo.

Ahí, Sete halló dura una competencia en las figuras de Shuklin y Shtyl, con el ucraniano Cheban lanzado a por el oro, que obtuvo (42.291) con medio segundo de margen sobre el lituano Shuklin (42.792), mientras que el ruso Ivan Shtyl atrapaba el bronce (42.853) con menos de dos décimas de ventaja respecto a Sete Benavides (43.038), cuarto y castigado por un viento en contra que benefició a los palistas de mayor peso, algo que al balear y a Sthyl no les ayudó en nada, pese a ser las referencias en las preliminares.


Diploma

Así, la primera participación del piragüista mallorquín en unos Juegos Olímpicos se salda con un buen rendimiento en las clasificatorias y las semifinales, un diploma y una final olímpica saldada con un cuarto puesto que consolidan al mallorquín entre la élite mundial de su distancia (C1 200 metros), y de paso dejan ver que Sete Benavides representa el futuro. Ayer, el deportista del Náutico del Port de Pollença sembró para recoger frutos en forma de metal, al menos, dentro de cuatro años.

Por otra parte, la palista Teresa Portela quedó en la cuarta posición de la final de K1 200 metros de los Juegos Olímpicos de Londres con una marca de 45.326, a muy poca distancia de la tercera, la húngara Natasa Douchev-Janics (45.128).
Portela, que había conseguido varios diplomas olímpicos en Pekín y Atenas, no pudo colgarse en los 200 metros su ansiada medalla y tuvo que conformarse con la cuarta plaza en una carrera trepidante que acabó llevándose la neozelandesa Lisa Carrington (44.638).