La selección francesa alzan la copa que les acredita como campeones del Mundial de Rusia 2018. | Efe

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La victoria de la selección francesa de fútbol sobre Croacia en la final del Mundial, una demostración de juego disciplinado y clínico, dejó la sensación de que el equipo del entrenador Didier Deschamps todavía tiene más para dar.

Con el talento de Kylian Mbappé, de tan solo 19 años, respaldado por el segundo equipo más joven del torneo, este triunfo podría ser el comienzo de una era memorable para el fútbol francés.

Hace dos años Deschamps fue criticado por ser demasiado pragmático, y hasta aburrido, cuando Francia perdió la final de la Eurocopa ante Portugal. Pero ahora, los argumentos que usaron quienes los criticaron serán los que enarbolen sus defensores.

Si bien mantuvo su postura como un entrenador que se enfoca en crear una sólida estructura organizativa, esta vez contó con la amenaza adicional del ritmo y habilidad de Mbappé para sumar a la astucia de Antoine Griezmann y la presencia física y el sacrificio táctico de Olivier Giroud.

Este equipo, es cierto, no se parece a la Francia de 1984, la campeona de Europa liderada por el genio creativo de Michel Platini y Jean Tigana, y es un equipo menos expresivo que la campeona del mundo de 1998 guiada por la brillantez de Zinedine Zidane.

Sin embargo, es un equipo moderno, con jugadores jóvenes de mucha técnica y sin puntos débiles obvios.

«No jugamos un gran partido pero mostramos calidad mental y marcamos cuatro goles», dijo el entrenador Didier Deschamps en un análisis tan descarnado como real sobre la final.

Su triunfo fue totalmente merecido, simplemente porque no hubo un equipo más completo que Francia en este torneo.

Tras ganar el Grupo D casi sin esforzarse, Francia mostró lo mejor de su repertorio en las etapas finales.

De la mano de Mbappé le ganó 4-3 a Argentina en un partido en el que borró del mapa a Lionel Messi. Pero lo mejor todavía estaba por venir. En las victorias sobre Uruguay y Bélgica en cuartos de final y semifinales, «Les Bleus» mostraron todo su carácter y un gran espíritu de conjunto.

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Francia puede no haber mostrado su mejor cara en la final, con Croacia en posesión del balón durante casi todo el partido y con una defensa que tuvo problemas para contener la velocidad del extremo Iván Perisic. Pero nada de eso importa.

El equipo galo se fue al descanso en ventaja gracias a un autogol y un penal concedido tras el uso de la tecnología, pero ya en el segundo tiempo, cuando el partido fue un intercambio de tintes pugilísticos de golpe por golpe, los dirigidos por Deschamps mostraron que tienen otra categoría.

El golazo de Paul Pogba para poner el 3-1 y un gran disparo de Mbappé pocos minutos después definieron el partido, que solamente mantuvo las emociones como consecuencia de un grosero error del arquero que permitió el descuento croata.

Un hecho destacable es que Francia ganara la final sin una contribución importante de Ngolo Kante, su ancla defensiva y el socio ideal de Pogba en el centro del campo a lo largo del Mundial.

Kante fue amonestado en el minuto 27 y tras la amarilla no volvió a sacar a relucir su temple acostumbrado. Pero Deschamps mostró el equilibrio de su plantel al mandar a la cancha al siempre confiable Steven Nzonzi en la segunda parte.

Con Nzonzi dominando el centro del campo, Francia volvió a hacer pie. Tanto es así que sus últimos dos goles llegaron tras ese cambio.

Pogba volvió a mostrar toda su disciplina táctica como centrocampista defensivo, y además desató toda su magia para marcar el 3-1 con un golazo desde media distancia.

Pero más allá de Pogba, Nzonzi o Kante, el jugador que marca el ritmo en el equipo es sin dudas Mbappé, un demonio desatado cuando se trata de hacerle la vida imposible a las defensas rivales.

El joven atacante, que mostró toda su capacidad ante Argentina y volvió a hacerlo el domingo, seguramente seguirá evolucionando y será la mayor arma francesa en la Eurocopa 2020.

La juventud de Francia no garantiza la evolución, y los azules deberán mostrar el mismo hambre que tuvo Croacia a lo largo del torneo y que llevó al equipo balcánico a acariciar el título.

Pero más allá de alguna duda, es difícil no creer que Francia tiene una marcha extra y que es un equipo capaz de hacer algo especial cuando las circunstancias se lo demanden.