El Dakar del año 2000 fue especial por muchas cosas. Para empezar, porque no acabó en la capital de Senegal, que fue su punto de partida, sino que lo hizo en El Cairo (Egipto). Pero en clave local, marcó un punto de inflexión al alumbrar la primera participación mallorquina en toda la historia del mítico raid que, por entonces, todavía se disputaba en suelo africano. Tras varias vicisitudes y un paso previo por Europa y América, la mediática prueba ha acabado en Arabia Saudí, donde arrancará el próximo 3 de enero, de nuevo con participación isleña de récord (Lorenzo Fluxá, por tercera ocasión y los ibicencos Toni Vingut, Matías Rodríguez y Sandra Guasch) y un recorrido, como siempre, tremendamente exigente.
Aunque los orígenes de la participación balear en el Dakar se remontan a un año antes del 2000. Fue en 1999 y de la mano de un motorista de Formentera: Xicu Ferrer. Repitió doce meses después, y lo hizo acompañado de dos jóvenes mallorquines con experiencia en pruebas 'Off Road'. Emilio Rodríguez y Felipe Beltrán lograron dar forma a un equipo Illes Balears apoyado por el Govern, además de por el Ajuntament de Calvià, IBO o Transmediterránea.
Desde el Lago Rosa de Dakar arrancó su sueño, que se prolongó del 6 al 23 de enero de 2000, atravesando África en moto de punta a punta hasta llegar a El Cairo. Allí no pudo concluir su participación Xicu Ferrer, que también tomó la salida. Sufrió un accidente en la recta final que le llevó al hospital, mientras que Emilio y Felipe lograban completar los duros 7.863 kilómetros del Dakar-El Cairo 2000 a lomos de sus Honda XR 600, una de las cuales se expone en el Centre d'Interpretació de l'Esport del Velòdrom Illes Balears. Eso sí, ese trío de motorista ya es leyenda.
Experiencia
Alcanzar la meta del Dakar-El Cairo fue la culminación de nueve años de preparación y entrenamientos. Físico, en competición, «pero también mental. Es una lucha psicológica, día a día, etapa a etapa… Cuando llevas 5 o 6 días durmiendo dos horas como mucho, el cuerpo se resiente. Lo nota...», recordaba Emilio Rodríguez, uno de esos dos pioneros del desierto. «Fuimos un año a psicólogos deportivos para prepararnos ante una adversidad tan grande», apostillaba. «Llevábamos muchas pruebas a las espaldas, pero no tienen nada que ver con el resto», apuntaba su compañero, Felipe Beltrán.
Los pilotos mallorquines, descansando tras acabar su participación. Foto: Joan Torres
«Íbamos con lo justo, cuando acabábamos la etapa, teníamos que repasar la moto, repararla, comer algo si se podía… Ni para ducharte tenías tiempo. De hecho, creo que los doce últimos días ni nos quitamos la ropa, dormíamos con lo puesto», confesaba Felipe, a lo que añadía su compañero (Emilio) el susto que tuvo «en Burkina Fasso, cuando rompí la parte delantera y me tiré toda la noche arreglándolo». El presupuesto con el que debían desenvolverse fue de 7 millones de pesetas (unos 42 mil euros) cada uno.
Nunca llegaron a temer por su vida, aunque eran plenamente conscientes «de que el peligro estaba donde menos de lo podías esperar», y recordaban esas interminables jornadas de «12 o 13 horas encima de la moto. Arrancábamos a las tres de la madrugada, a veces había enlaces interminables, y después… A correr, la etapa. Y en el Vivac, a trabajar». De hecho, una parte importante de su preparación consistió eb aprender a ser «autosuficientes» mecánicamente. «Aprendimos a ser unos ‘manitas'. Ahí, o espabilas, o te quedas», dice Beltrán, rememorando Emilio un final «en el que casi no llegamos. Nos perdimos y se rompió el embrague… 400 kilómetros sin poder parar, imagínate», comentaban.
Emilio Rodríguez, junto a su moto original en el CIEIB. Foto: Jaume Morey
Medios
Sin los medios ni la tecnología actuales, entonces «lo importante era saber navegar entre el mar de dunas» del desierto, donde los contrastes térmicos eran «brutales. De día estabas a más de 40 grados y por la noche a -16». Esa experiencia les hizo crecer mucho, más allá de como pilotos, «como personas». «Allí me dí cuenta de que todo es posible. Es el sueño de una persona normal, corriente», aseguraba emocionado Beltrán.
Ambos siguen el Dakar, desde la distancia, ahora como aficionados y con la ilusión de poder volver algún día. «Fuimos los primeros, después vinieron otros, y esperemos que alguien más pueda continuar este camino. El consejo que les damos es que se preparen. Es algo diferente a lo que habrán visto jamás», espetan Felipe Beltrán y Emilio Rodríguez. «Éramos supervivientes», concluían quienes sembraron una semilla que, años después, recuperó Toni Manresa y, posteriormente, el ibicenco Toni Vingut, Sonia Ledesma y ahora mantiene viva Lorenzo Fluxá, que en 2025 vivirá su tercera participación en el Dakar, de la misma manera que repite Toni Vingut, que cambia el quad por los buggys, y los también ibicencos Sandra Guasch y Matías Rodríguez para formar, un cuarto de siglo después, un cuarteto histórico.
Desde Xicu Ferrer, pasando por Emilio Rodríguez y Felipe Beltrán o las cinco participaciones de Toni Manresa y hasta el debut de Sonia Ledesma como primera mujer y con Lorenzo Fluxá y Toni Vingut como últimos exponentes, han sido varios ya los baleares que han tomado parte en el Dakar, el raid más exigente del planeta.
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Fantástico Recuerdo...