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Cuando aquel octubre de 2006 veíamos a Jorge Lorenzo explotar de alegría y convertirse en el primer mallorquín campeón de mundo de motociclismo, nos parecía estar viviendo un sueño. Aquella fantasía se ha convertido en una realidad habitual en un momento en el que el deporte balear es capaz de firmar hitos como el que Augusto e Izan Guevara han protagonizado. Los dos han flanqueado a Bagnaia en la mítica ‘foto de los campeones’ en la recta del circuito de Cheste. Alucinante. Técnicamente, es un Mallorca 2-Italia 1.

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Pero es que ya no se puede hablar de casualidad. Nueve títulos en 16 años, en todas las cilindradas, dejan patente que algo se está haciendo bien. Muy bien, siendo exactos. Ahí suman todos: padres, técnicos, federación, escuderías, instituciones... Falta un circuito de referencia, el factor que hace más inexplicable que haya CUATRO campeones del mundo isleños. Nadie se lo explica, pero es así.

Este domingo le tocó a Augusto Fernández Guerra. Como aperitivo, Izan Guevara puso el broche con su séptima victoria el año en que reinó en Moto3. Al mayor de los Fernández le tocó sufrir, pero el percance de Ogura hizo que viviera una de las carreras más tranquilas de su vida, espoleado por todo Sencelles, miles de aficionados y una Isla que ayer era del 37. Diecisiete vueltas celebrando que ya es campeón del mundo. El premio a la tenacidad, la constancia, la fe y el empeño de un piloto. Pero también de un padre y una familia que lo han dado todo para llegar hasta aquí. La vida ha sido justa con ellos y esto no se lo quita nadie ya.