De 17 años y debutante, aprovechó la opción matemática de ser campeón a pesar de que salía decimocuarto. | MARCELO DEL POZO

TW
0

El español Pedro Acosta (KTM), el «Tiburón del Puerto de Mazarrón», que más debiera ser reconocido como el «Tiburón de lo imposible» ya que sus padres y familiares nunca pensaron que pudiera llegar a convertirse algún día en campeón del mundo de motociclismo, ni por sus aptitudes ni por su carácter, travieso, quejica y algo llorón, según ha reconocido en ocasiones su propia madre, Mercedes Sánchez.

Pero la perseverancia de su padre, del mismo nombre, Pedro Acosta, pescador de profesión sobre un barco, el «Pesquero Peretujo», con el que toda la familia se ha ganado la vida durante décadas pero que casi se podría decir que es propiedad de los bancos, para poder financiar la carrera del joven piloto del Puerto de Mazarrón, que se ha proclamado campeón con apenas 17 años.

Y es que al pequeño Pedro Acosta le viene la afición por las motos del «mayor» Pedro Acosta, gran aficionado a las «rodadas» los fines de semana en circuito, aunque el «Tiburón de Mazarrón», inicialmente, no quería saber nada de motos, a pesar de tener la primera con cuatro años, y no se sabe muy bien si por perseverancia o por la primera vez que le vio rodar otro de sus mentores, Paco Mármol, «Pakote» para los amigos, el niño acabó viendo en las motos una pasión que hacer crecer.

Y eso no quiere decir que no probara en otros deportes, como las artes marciales, no se sabe muy bien si era kárate o taekwondo, pero cuya afición duró poco, hasta que se dio cuenta de que le «calentaban» demasiado.

Desde el mismo momento en que Acosta se dio cuenta que lo suyo era el motociclismo, no hubo tiempo para nada más, motos por la mañana, por la tarde y casi, casi por la noche, sin tiempo para conocer lo que el denomina «la fiesta» o lo que es lo mismo, salir de juerga con los amigos por la noche.

A partir de ese momento en que «Pakote» comenzó a trabajar con un jovencísimo Pedro Acosta, sus padres, con las ideas muy claras, dieron un paso al lado para dejar hacer a su nuevo mentor, que se ha convertido en uno de los pilares del éxito de Acosta, desde que por primera vez le viese rodar en el circuito de Cartagena en una de esas rodadas a las que acudía siempre que podía su progenitor.

Fue entonces cuando Pedro Acosta padre y Paco Mármol acordaron tener al chaval un par de semanas a prueba y si no valía «pues que se dedique a otra cosa», en palabras de su padre, pero la realidad fue muy distinta y la relación entre Pedro Acosta piloto y «Pakote» ha continuado hasta hoy.

Si Paco Mármol se ha convertido en su estratega y alma máter, el hermano de éste, Juande Mármol, es su entrenador personal, quien destaca la perseverancia de uno de sus pupilos más obedientes y el último en abandonar el trabajo hasta que no concluye las tareas.

Ese carácter evidencia que por sus venas corre sangre de campeón, de uno de los campeones del mundo más jóvenes de la historia y el único que en su debut en el campeonato del mundo logró subirse al podio en las cuatro primeras carreras para cosechar un segundo y tres victorias, además de ser el único, junto al italiano Loris Capirossi, que ha sido campeón del mundo en el año de su debut en la competición.

Acosta comenzó igual que creció, ganándolo todo o quedando muy cerca de conseguirlo, como en 2019, cuando fue segundo en la «Red Bull Rookies Cup», que ganó un año más tarde, y es que si algo ha demostrado Pedro Acosta en su primer año es que tiene mentalidad de campeón, una faceta «determinante para el crecimiento de un piloto», en sus propias palabras, como también la que ha remarcado en más de una ocasión y que dice mucho de su preparación mental, al reconocer que «a los niños se les enseña a ganar, pero no se les enseña a perder», algo que él sí ha aprendido.