Exhibición con poderío y con zozobra de última hora, pues un pinchazo a 3,5 km de meta a punto estuvo de arruinar al belga, desde ahora doble campeón de crono y ruta en Juegos Olímpicos y Mundiales. Una hazaña que adornó bajándose de la bici en la línea de meta y levantando los brazos con el fondo de la Torre Eiffel.
Imágen icónica. El rey de París entró en meta con tiempo para el deleite, a pesar del percance. Marcó un tiempo de 6h.19.34. Era su segunda medalla de oro en una semana y el primero en alcanzar ese hito histórico. El resto del podio fue francés, plata para Valentin Madouas, que entró a 1.10 del belga, y bronce para Christophe Laporte, a 1.16. Los españoles no estuvieron en la lucha por los puestos de honor.
El primer clasificado fue el campeón nacional Alex Aranburu, en el puesto 18. Juan Ayuso entró en el 22 y Oier Lazkano, en el 35 Escapada exótica, los favoritos esperan su momento La prueba olímpica se lanzó de Trocadero con 90 corredores. Por delante algo parecido a una clásica, largo recorrido, 13 cotas y 2.800 metros de desnivel. Mucho simbolismo, el Sena y la Torre Eiffel ante la vista nada más comenzar, luego hacia los Altos del Sena hasta el regreso a la capital.
No faltó la habitual fuga exótica de corredores anónimos que quieren mostrar el maillot de su país al mundo. Se lanzaron hacia lo imposible representantes de Islas Mauricio, Tailandia, Marruecos, Uganda y Ruanda, un quinteto al que se unieron a mitad de carrera el italiano Viviani, los irlandeses Mullen y Healy, y Lutsenko.
Evenepoel provoca el primer zafarrancho Los irlandeses lo intentaron de lejos, metiendo en fuga a sus dos únicos corredores, pero era improbable que cumplieran su sueño, pues el primer latigazo no tardó en llegar con la firma del campeón olímpico de crono, Remco Evenepoel. Alarma general ante el primer aviso serio. La carrera, como estaba previsto, empezó a volverse loca. Puro desorden.
Los experimentos se acabaron, pero Healy y Lutsenko resistían con coraje el impulso del grupo principal, que entró en París por el Museo del Louvre, con su Pirámide y la Opéra Garnier como testigos del último tramo de carrera. En plena gresca, el reto estaba en el triple ascenso a Montmartre (1 km al 6,5%), con adoquines, de esos grandes que se pegan, y su bajada estrecha y técnica era el lugar temido, señalado como clave para resolver la carrera.
Bélgica tomó el mando en las calles parisinas con Benoot dejándose el alma en la persecución, a la vez que Pedersen, uno de los favoritos, perdía comba por un pinchazo. Van der Poel ataca en Montmartre y Evenepoel responde Se movieron los cimientos de Montmartre con el primer ataque en seco de Mathieu Van der Poel en la subida. El campeón del mundo arrancó y rompió el orden entre los favoritos. Se le pegaron a rueda Van Aert, Alaphilippe, Jorgenson y Skujins, quinteto peligroso, sin daneses y sin españoles. Los belgas no estaban conformes con ese corte, a pesar de que tenían delante a Van Aert.
Poca munición con Van der Poel por medio. Evenepoel se encargó de anular esa fuga en la parte llana y atacó otra vez para anular la de Healy y formar otro grupo delante, sin Van der Poel. Desatada la batalla entre Bélgica y Países Bajos. Remco comenzó una exhibición y Van der Poel se vio obligado a quemar las naves en la segunda subida a Montmartre.
En otro zarpazo se marchó con Van Aert, a rueda de su rival histórico, obligado a perseguir a la desesperada. Susto final y doblete para la historia Remco se fue por delante con el francés Madouas a rueda. El campeón olímpico de crono olía otra medalla de oro y decidió jugarse el todo por el todo. A 18 km de meta perseguían a un minuto Laporte, Jorgenson, Kung, Healy y Haller, y ya a 1.20 el grupo de Van der Poel, en el que estaban Aranburu y Ayuso. En modo crono asumió la situación Evenepoel, no quería compañía de nadie, menos de un corredor que no colaboraba para nada. Arrancó por enésima vez a 15 km de meta.
El belga contra todos los demás. También voló en la tercera subida a Montmartre, donde la afición francesa vibraba con el paso de los corredores. Y la historia le abrió las puertas al corredor de Aalst, de 24 años, imparable, poderoso, directo al oro en solitario. Por detrás Madouas sacó la bandera blanca y los demás se peleaban por el bronce.
Con el título en la mano, ya celebrando el oro, Remco entró en pánico. Un pinchazo le obligó a cambiar de bici. El asistente del equipo belga actuó de inmediato, Remco se subió a la bici, entró por el Puente de Jena hacia Trocadero y disfrutó de su hazaña. Aún se hizo la foto que cualquiera hubiera soñado. Los brazos al cielo, la Torre Eiffel de fondo y la medalla de oro a punto de posarse en su cuello. «Chapeau Remco».
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