En menos de cuatro años, Josep Antoni Gayà Martínez (Manacor, 2000) ha vivido casi de todo gracias al fútbol. Desde debutar con el Mallorca en Primera División, jugando en estadios como el Santiago Bernabéu o el Camp Nou, a conocer la cara más dura de la Segunda División con dos equipos distintos. La última experiencia que ha guardado en la mochila le ha llevado hasta uno de los rincones más desconocidos de Europa y a residir a casi tres mil kilómetros de la isla. Concretamente a Chisinau, la capital de Moldavia, en el extremo oriental del viejo continente. Allí ha podido explorar un nuevo mundo mientras peleaba por títulos con el FC Zimbru, un club de casi ochenta años de vida que puede presumir de ser el único del país que jugó en su momento en el Campeonato Soviético de Fútbol.
Gayà llegó a Moldavia por exigencias del guión. El día que se cerraba la ventana del último mercado de invierno rescindía el contrato que le unía al Tenerife, con el que había disputado una docena de partidos esta misma temporada, y se quedaba sin equipo. «Tenía que buscarme la vida para seguir en activo y seguir disfrutando del fútbol. Me salió esta posibilidad, lo vimos con buenos ojos y decidí venir para seguir compitiendo», cuenta.
El joven central se había presentado al resto de fútbol profesional en el Santiago Bernabéu. En septiembre de 2021 Luis García Plaza le dio la alternativa alineándolo como titular frente a un Real Madrid que meses después ganaría la Liga y la Champions. Fue un debut inolvidable aunque por momentos doloroso. El Mallorca fue goleado (6-1, con hat-trick de Marco Asensio incluido) y él no volvió a jugar en el campeonato, aunque tuvo algo de continuidad en la Copa del Rey. De hecho, marcó dos goles en las eliminatorias contra el Llanera y el Eibar. Sí que volvió al primer equipo bermellón la temporada siguiente, con Javier Aguirre en el banquillo. El mexicano tiró de él en la Copa contra la Real Sociedad y en la Liga, con unos minutos en Son Moix frente al Valencia y de inicio ante el Barça en el Camp Nou.
Gayà, quinto por la izquierda, antes de un encuentro de su equipo.
Obligado a sumar horas de vuelo fuera de la burbuja mallorquinista, Gayà se fue cedido después al Amorebieta en Segunda División (22 partidos, un gol) y el curso siguiente a Tenerife, la última escala del viaje previo a su primera aventura en el extranjero.
Gayà ha sido subcampeón de Moldavia con el Zimbru por detrás del Milsami Orhei. Además, alcanzó las semifinales de Copa, donde cayó eliminado por el Sheriff Tiraspol, el equipo de Transnistria que hace unos años saltó a la fama por ganarle al Madrid en su propio estadio en la Liga de Campeones.
El manacorí, que tras acabar la temporada desconoce cuál será su futuro, cree que tomó «una buena decisión» al irse a probar fortuna a Moldavia. «Lo importante era seguir jugando, seguir mejorando», explica. «He podido disfrutar otra vez de jugar, conocer a gente nueva, nuevos jugadores, nuevos estilos, otra cultura. Me llevo unos magníficos amigos. He coincidido con otro futbolista español, con compañeros portugueses y la verdad es que había un muy buen grupo. Nos llevamos muy bien y eso es de agradecer cuando te vas a un país tan lejano».
En Chisinau, Gayà ha llevado un día a día muy tranquilo, centrado únicamente en el balón. «Vivimos en un bloque de pisos al que nos viene a buscar un bus por las mañanas para ir a entrenar y que nos trae por las tardes de vuelta a casa. Y luego un poco de gimnasio, ir a comprar y a descansar, cenar, dormir y poco más. Una vida muy simple», apunta. «El club cuenta con un campo natural, otro campo artificial y el estadio. Y encima de los vestuarios un pequeño hotel para estar todos juntos y concentrados antes de los partidos».
Gayà ha tenido tiempo de dejar su firma en la Superliga de Moldavia con un gol, el que le marcó a domicilio al Balti en el que era su quinto partido en un país en el que ha conocido un fútbol muy diferente.«Aquí es todo más físico y se trabaja muchísimo el balón parado. Es uno de los aspectos más importantes porque muchas veces los campos no están en las mejores condiciones y es muy difícil combinar como se hace España. Cuesta mucho más».
Con solo 24 años, Gayà estudia ahora hacia dónde le llevará el balón la temporada que viene. Ya ha demostrado que está preparado para todo. Y después de lo que ya ha vivido, la experiencia le sobra.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.