Sergio Tíscar, entrenador de la Unión Deportiva Arenal. | Teresa Ayuga

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Sergio Tíscar Ronda (Palma, 1984) es el entrenador de la UD Arenal y, además de llevar toda la vida pegado a un balón, es un especialista en playoffs y guarda un cierto magnetismo con los ascensos. Este fin de semana terminó de moldear el tercero de su carrera devolviendo al histórico equipo mallorquín a categoría nacional trece años después. Un «vestuario espectacular» y una segunda fase meteórica han permitido a los de Llucmajor subir ese escalón que se les negaba y regresar a Tercera División siguiendo los pasos de otros clásicos, como el Alaior y el Alcúdia.

Tíscar ha confirmado frente a la pizarra del Arenal que conoce todos los atajos hacia las promociones de ascenso. En las cinco temporadas que ha dirigido en Regional Preferente sus equipos han accedido siempre al playoff y en la mayoría de ellos acabaron subiendo de nivel, como el Santanyí de 2017 o el Son Verí de 2021. Solo el Campos, en 2019 y 2020, se quedó a las puertas.

En el caso del Arenal, certificaba su retorno ganando el pasado domingo en Algaida y poniéndole el lazo a una temporada en la que ha transitado en todo momento a bordo de una montaña rusa. Después de una buena primera vuelta, en la que contemplaba al resto del grupo desde lo más alto, se le acumularon las lesiones de jugadores importantes y el equipo se precipitó al fondo de una zanja de la que le costó salir porque las diferencias empezaban ser notables. Lo acabó haciendo ayudado por el desplome del Cala Millor y se jugó la clasificación para la segunda fase en la última jornada, donde otro pequeño resbalón en Petra estuvo a punto de mandarlo todo a la papelera. Solo el empate de sus dos principales rivales en aquel momento le permitió ingresar en el playoff como cuarto clasificado. «Entramos de milagro», reconoce Tíscar, que admite a su vez que a partir de ahí la película fue muy diferente. Todo empezó a circular sobre raíles.

«El equipo ha competido muy, muy bien en la fase de ascenso», explica el técnico. «Ya teníamos a todas las piezas del equipo, la gente ha llegado en un nivel físico muy bueno y el hecho de meternos en el playoff supuso un desahogo. Solo eso ya era un éxito, por lo que jugábamos muy sueltos. No teníamos presión y estábamos muy ilusionados. Nos hicimos muy sólidos en defensa y lo teníamos todo de cara», asegura.

Tíscar también señala un punto de inflexión. Un momento que podría haberlo arruinado todo. «En la tercera jornada del playoff y después de perder contra el Cardassar ganábamos 0-1 en Ferreries cuando nos pitaron un penalti que además suponía la expulsión de uno de nuestros jugadores, cuando en realidad no había tocado el balón con la mano. Al final el árbitro lo consultó con uno de los asistentes y cambiaron la decisión antes de disculparse tras ver las imágenes de la jugada. Sin esa rectificación, seguro que todo habría sido diferente», confiesa.

Más allá de lo futbolístico, Tíscar cree que el factor humano ha sido fundamental para que el Arenal haya acabado tocando el cielo. «Hay un vestuario buenísimo y se lo dije a los futbolistas en la celebración: es el mejor que he tenido en los veinte años que llevo entrenando. Son buenísimas personas y cada uno ha sabido asumir su rol. He disfrutado mucho», subraya para celebrar un éxito que también ha soterrado un pequeño problema de salud que le pasó factura a nivel emocional durante una parte del curso.

Ahora, solo unos días después de cerrar el círculo y mientras la música del ascenso sigue sonando, Sergio y el presidente Yoyo Gómez —su padre, Rafael, estaba al frente del club cuando ascendió por primera vez a Tercera, hace 35 años— ya han empezado a planear cómo será el Arenal de la temporada que viene.

Más de media vida en los banquillos

Sergio Tíscar ha pasado más de media vida en los banquillos. Además de dirigir en categoría amateur a equipos como España, Serverense, Santanyí, Campos o Son Verí , también conoce las entrañas del fútbol base. De hecho, ha trabajado en la cantera del Mallorca, donde además de ejercer como segundo de Finidi o de su tío, Julián Ronda, también dirigió a un equipo infantil.