Mapa en el que aparecen la treintena de jugadores mallorquines que juegan en distintas categorías alrededor del mundo. | UH

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A la lista de exportaciones habituales, Mallorca lleva unos años incorporando un balón. Cada temporada aparecen más futbolistas nacidos o criados en los campos de Isla, profesionales o no, que se animan a meterlo todo en una bolsa de deporte para iniciar una nueva vida. En otro país. En otra liga. Actualmente hay más de una treintena repartidos por las páginas de un atlas que cada vez es más denso. De Canadá a los Emiratos Árabes pasando por Grecia o Países Bajos, un pelotón de jugadores con denominación de origen intenta abrirse paso jornada a jornada. Algunos en la primera fila del escaparate y compitiendo incluso en torneos internacionales. Otros, en campeonatos más modestos y como complemento a su formación académica o a sus actividades profesionales. Donde no hay distinciones es en la pasión que desprenden por un deporte al que le llevan dedicando casi toda la vida.

En la parte más alta de la pirámide se encuentra Mateu Morey, lateral derecho del Borussia Dortmund que no termina de dejar atrás el calvario de las lesiones. Después de pasarse quince meses de baja por una rotura en los ligamentos de la rodilla derecha que sufrió en mayo de 2021, durante un partido de la Copa germana, el futbolista de Petra participó en la última pretemporada de su equipo antes de recibir otro duro revés. Exjugador del Mallorca y Barça, además de internacional en categorías inferiores, causaba baja de manera indefinida al ser intervenido del menisco lateral de la rodilla izquierda.

La colonia más destacada de futbolistas mallorquines se encuentra en Grecia. Allí recaló, a mediados del curso pasado, el porrerenc Joan Sastre. Primero cedido por el Mallorca y desde este verano ya como propiedad de un histórico del país: el PAOK de Salónica. Se le unió con el cambio de ejercicio otro jugador criado en la factoría de Son Bibiloni, Brandon Thomas. El mediapunta de Cala d’Or, hasta hace unos meses en el Málaga, previo paso por Osasuna, Girona o Leganés, emprendía así su segunda aventura internacional tras la que vivió en la temporada 2017-18 enfundado en la camiseta del Rennes francés. Sastre y Brandon pelean en la zona alta de la liga helena, aunque les faltó algo de suerte en una Conference League de la que quedaron apartados en las rondas previas por el Levski de Sofía.

Al tren de la Superliga griega se ha subido en este 2022 el santjoaner Pep Biel Mas, que recala en El Pireo después de triunfar en Dinamarca con el Copenhague para competir también en la Europa League. Su entrenador es Míchel y convive bajo el techo del vestuario con Vaclik, Vrsaljko, Mathieu Valbuena, Bakambu, El Arabi, el exmallorquinista Leonardo Koutris o los exmadridistas Marcelo Vieira y James Rodríguez. En la misma liga griega también participan Antonio Luna (Volos), nacido en Son Servera, Xesc Regis (Asteras Tripolis) y Éder González (Atromitos), mientras que en la segunda categoría estira su carrera un trotamundos como Sito Riera, ahora en el Anagennisi Karditsas.El manacorí (35 años) también ha pasado por Chipre, Polonia, Ucrania y Kazajistán.

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En el icónico fútbol neerlandés se ha colado esta temporada otro veterano con más de trescientos partidos entre la Primera y la Segunda División a la espalda: Ximo Navarro. El defensa recorre los campos de la Eredivisie incrustado en el proyecto del Fortuna Sittard. Coincide en la liga con otro exdefensa del Mallorca, Julio Pleguezuelo, que vive su cuarta temporada en el Twente de Enschede y que ya pasó en su momento por las galerías del balompié británico.

Al este de los Países Bajos, en Polonia, sobresalen dos nombres con pasado bermellón. En la Ekstraklasa se encuentra Alberto Toril, metido en la subasta por la permanencia con el Piast Gliwice. Y en la segunda categoría del país sobresalen los goles de Ángel Rodado, que defiende la camiseta del Wisla de Cracovia. Curiosamente, lo hace en compañía de otro futbolista forjado en la carretera de Sóller, el extremo francés Michael Pereira.

Si hay un jugador mallorquín habituado a rodar por el mapa es Dídac Devesa. El de Esporles, ahora en el ASIL Lysi chipriota, ha hecho carrera en Grecia, Rumanía o Guinea Ecuatorial. Uno de sus compañeros de quinta en Mallorca, Tano Bonnin, ha dirigido la suya hacia el fútbol italiano. Internacional con la República Dominicana, el país de su madre, ya había tenido un paso fugaz por Rumanía y no es el único mallorquín que trabaja en las categorías más modestas de Italia. Allí están el manacorí Sergi García Mut (Audace 1919), Sebas Wade (Torino Primavera) o Javi Julià (Castiglione del Lago). Una lista de la que se cayó hace poco Amadou Konaté cuando dejó la Ambrosiana para volver a España y centrarse en la cantera del Mérida.

En las ligas menores la representación se acentúa. Por el norte de Europa, concretamente en Noruega, se ha dejado ver Junior Román Tombini y en Islandia, de donde partió hace poco Aketza Morán, siguen el portero Esteve Peña (Afturelding) y el defensa central Papa Diounkou (Kormákur/Hvöt).

En la vecina Andorra, además de Rubén Bover, que juega en la Segunda española, permanecen Víctor Casadesús (Atlètic Escaldes) y Chechu Meneses (Sant Julià). A su vez, Ait Said Houssam pelea en el Berdenia Berbourg de Luxemburgo, el hispano-argentino Vernon de Marco lo hace en Eslovaquia y Roberto Alarcón enCanadá. Una lista que llega a Rumanía con el portero Boison; a Gibraltar, con el veterano Ernesto García, o a los Emiratos Árabes con RamónCampins y Tomeu Perelló.