El mallorquín Pedro Ortiz golpea el balón durante su estreno en Primera en el Sevilla-Rayo del pasado domingo.

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Pedro Ortiz Bernat (19 de agosto de 2000, Sóller) siempre ha ido unos pasos por delante. Apenas había cumplido los 16 años cuando el alemán Christian Ziege le hizo debutar con el primer equipo del Atlètic Baleares en una eliminatoria de la Copa Federación ante el Prat. Desde aquella fugaz aparición con la camiseta blanquiazul, este talentoso centrocampista criado en Can Maiol e hijo del técnico Pedro Ortiz Paez ha ido quemando etapas y subiendo escalones hasta alcanzar la cumbre de la Primera División el pasado domingo en una irrupción histórica.

Después de deslumbrar durante la pretemporada con el Sevilla, Julen Lopetegui le incluyó en la convocatoria para el estreno liguero ante el Rayo Vallecano. Con el dorsal 34, Ortiz aguardó con paciencia su oportunidad. Comenzó a calentar antes del descanso por las molestias de Joan Jordán... y en el minuto 84 pisó el césped. En apenas diez minutos, el centrocampista mallorquín tuvo tiempo para deslumbrar con un cambio de juego; un pase de tacón y de espaldas que generó una ocasión y una pared con Lamela que le dejó plantado ante el meta del Rayo.

Destellos de crack para un jugador señalado como la joya de la cantera del Atlètic Baleares, que le firmó un contrato profesional de cuatro temporadas cuando tenía 16 años -una circunstancia inédita- y que el domingo se convirtió en el primer jugador criado en Son Malferit -recaló en el ATB en infantil de segundo cuando tenía 13 años- que debuta en la elite.

«Ir convocado ya era un premio y jugar en un club tan grande como el Sevilla y en un escenario como el Pizjuán ha sido como un sueño cumplido», apunta a Ultima Hora el centrocampista solleric, que le dedicó su debut a «toda la gente que me ha apoyado y en especial a mi madre en el día de su cumpleaños y también a mi padre que estuvo aquí». Con un año más de contrato por delante, el mallorquín no piensa más allá que en el día a día. «Mi idea es trabajar al máximo. Aquí me están dando mucha confianza y tengo un año más de contrato. Me tratan como uno más y estoy muy contento con esta experiencia», señala el futbolista.

Su fichaje por el Sevilla ya le permitió entrar en los libros de la entidad blanquiazul al ser el primer futbolista traspasado en la historia reciente del ATB, con la excepción de Xisco Jiménez del juvenil al Deportivo en la campaña 2004-05 por unos 50.000 euros. Por Ortiz, el Sevilla abonó 125.000 euros en el verano de 2019 y la operación se cerró en un par de días como explicó este lunes a este periódico el director deportivo del Atlètic Baleares, Patrick Messow.

«Todo se gestó muy rápido. El Sevilla se interesó por Pedro en la semana de jugar ante el Mirandés el playoff de ascenso y la operación se concretó», apunta Messow, que desvela que no existía ninguna cláusula extra en caso de que Ortiz, como así ha sido, debutara en Primera, aunque el Atlètic se reserva un 10% en caso de un futuro traspaso.

También su padre, Pedro Ortiz Paez, recuerda el bautismo de su hijo, al que asistió en directo desde el feudo sevillista. «Yo me iba a volver el sábado pero como fue convocado pues me quedé y al final pude disfrutar de su debut», subraya Ortiz senior, que dirigió a clubes como Murense, Sóller o Campanet y que llegó a entrenar a su hijo en benjamines. Unos años después, aquel niño que corría por Can Maiol ha entrado con fuerza en Primera División...

Un paso fugaz por el Mallorca entre Sóller y ATB

La carrera de Pedro Ortiz se inició en el equipo de su pueblo, el Sóller, con la circunstancia de que incluso su padre le dirigió durante una temporada en benjamines. El Mallorca, al que solía acudir con su padre a ver los partidos, se fijó en él y le incorporó en el segundo año de alevín, donde coincidió con Giaquinto, Alpha o Mateu Morey. Sin embargo regresó al Sóller antes de firmar por el ATB a los 13 años. Tras jugar en División de Honor, se marchó un año cedido al Manacor, antes de debutar en Segunda B de la mano de Manix Mandiola y de firmar por el Sevilla.