Imagen de archivo del presidente y fundador del Palma Futsal, Miquel Jaume, en las gradas de Son Moix. | M. À. Cañellas

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No es fácil hacerse a la idea de que Miquel Jaume se ha marchado. Nadie lo esperaba. Ni el propio Jimmy, que este martes entró en el quirófano y no volvió a despertar. Su corazón andaba débil, pero nada permitía aproximarse a la tragedia. El eterno presidente del Palma Futsal se ha ido. Sin avisar. Provocando un hondo vacío. Quizás suene a tópico, pero es insustituible.

Miquel Jaume era ante todo un hombre de proyectos. Le gustaba planificar a medio plazo y rodearse de gente profesional. Entregaba confianza, pero exigía compromiso. Se trataba de edificar poco a poco y alcanzar el éxito.

El Palma Futsal es quizás su obra más contundente. Fundó un club en Manacor que vivía en la clandestinidad y en apenas diez años logró convertirlo en una referencia a nivel nacional. Su mecenazgo resultó determinante, pero también acabó sentando las bases de un club modélico y sostenible.

Antes de apasionarse por el fútbol sala, Jimmy fue una referencia en el mapa futbolístico balear. Como entrenador y durante la década de los ochenta y principios de los noventa logró éxitos importantes, como el ascenso del Olímpic a División de Honor juvenil o el del CD Manacor a Segunda B. También trabajó en la cantera del RCD Mallorca. Es probable que su larga etapa en los banquillos de madera marcara su perfil como directivo.

Junto a José Tirado, su hijo adoptivo, Jimmy construyó un club que puso al mismo nivel la parcela deportiva y la social. Seguidor del Barça y amante de la buena mesa, deja un legado deportivo enorme, pero también poso de buena gente. Todo corazón, aunque en el último momento le traicionara. Descansa presi.