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El descenso es un fracaso colectivo. Este jueves, el Real Mallorca perdió ante el Granada (1-2) y quedó así condenado al infierno de Segunda División. El balance de la temporada no puede ser peor. ¿Y los culpables? ¿Quiénes son? No hay, evidentemente, un único culpable. El ex consejero delegado Maheta Molango es evidente que es uno de los grandes responsables. Y también lo es Javier Recio, ya ex director deportivo, pero aún aposentado en un despacho de la planta noble. Los errores de planificación fueron clamorosos, pero la pésima confección de la plantilla se atribuyó en los inicios de la temporada al inesperado ascenso. Se intentaba así justificar un desastre inexplicable. Quedaba el mercado de invierno para arreglar el desaguisado, pero los errores persistieron. Otro gran descalabro.

El estadounidense Robert Sarver ha invertido un buen número de millones en el Mallorca, pero también es uno de los grandes culpables. Solo faltaría. Su peor decisión fue otorgar toda la confianza a Molango, pero no ha sido su único error. No ha sabido mallorquinizar la entidad y quiero recordar que no hay ni un solo mallorquín en el consejo de administración. El presidente Andy Kohlberg vive casi en el exilio y su intervención es anecdótica, como la del resto del consejo.

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Y, evidentemente, la plantilla también tiene culpa. Es cierto que es limitada de calidad, pero nadie puede dudar de que muchos jugadores pudieron mejorar su rendimiento en diferentes momentos de la temporada.

Vicente Moreno ha protagonizado una etapa magnífica en el Mallorca, pero también ha cometido errores importantes. No tengo ninguna duda. No es el máximo responsable, pero claro que tiene también su parte de culpa. El Mallorca jugará la temporada próxima en la Segunda División. Y la afición no se lo merece.