Diego Nunes, jugador del Palma Futsal, posa para este diario en un conocido centro comercial de Palma. | Pilar Pellicer

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Diego Nunes de Souza Costa (Guarulhos, Sao Paulo, 1994) afirma estar tranquilo. «Como siempre», matiza. «Ya lo estaba después del partido, una vez que pasó todo», insiste a continuación. Aprovecha la tarde del lunes paseando en compañía de su familia, aunque cuenta que el teléfono no ha dejado de sonar en todo el día.

Su imagen, envuelto por compañeros y rivales mientras se encara con una parte de la grada del pabellón Siglo XXI de Zaragoza tras recibir insultos racistas, es una de las más repetidas de un fin de semana deportivo salpicado tristemente por esta lacra. Otra vez.

El ala del Palma Futsal, al que llamaron «mono» en repetidas ocasiones tras la victoria de su equipo, asegura que los hechos en sí no han erosionado su estado de ánimo, aunque tiene muy claro que no «se pueden volver a repetir». De ninguna manera y en ningún caso.

En ningún deporte. En ningún escenario. «De lo contrario volverá a ocurrir tarde o temprano. Y seguro que hay otras personas que lo sufren y lo siente mucho más que yo», reflexiona el jugador brasileño.

«Es una pena», reconoce tras hacer la digestión de todo lo sucedido. «No me esperaba que todo esto tuviera tanta repercusión, ni recibir tantos mensajes. Pero agradezco a la gente, a los otros equipos y a los amigos que me han estado enviando mensajes. Es lamentable y no se puede tolerar. El deporte es algo conjunto, con jugadores, equipos y una afición que lo hace todo más bonito. Y a esas personas —las que vertieron los insultos— no podemos meterlas ahí. No merecen entrar en los pabellones. Manchan a la liga y a todo el deporte».

«En ese momento podría haber hecho como si no escuchara nada y dejar pasar el tema», explica Nunes, «pero habría vuelto a pasar, eso seguro». Admite que al principio la situación le descolocó por desconocida, pero justifica su reacción y sus reproches a quienes le insultaban.

«Tengo 25 años y he estado en muchos países, pero es la primera vez que sufro un episodio de racismo» añade a su relato el futbolista, que además de en España ha jugado en las ligas de Catar o Tailandia.

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«¿Cómo hubiera reaccionado si me pasa durante el partido? No lo sé porque para mí fue nuevo. Nunca había pasado por nada parecido. He estado buscando información y creo que hace poco le pasó algo similar a un jugador del Oporto (Marega). No sé. La respuesta tendría que hacerse en conjunto para que se acabe y se pare del todo. No lo puede hacer solo una persona».

Aparte de los insultos racistas y otras desconsideraciones, a Nunes le molestó la defensa que hicieron de quien los profería algunos integrantes del cuerpo técnico del Zaragoza o parte del público que lo rodeaba. «Estábamos discutiendo porque ellos realmente no sabían lo que me habían dicho, no lo habían escuchado», comenta el brasileño.

«Y nadie del Zaragoza vino en ese momento a disculparse ni nada. Incluso había gente del cuerpo técnico que decía que se trataba de un insulto como otro cualquiera, que no tenía que hacerles caso. Sería tonto si fuera a discutir con alguien que no me ha dicho nada. También me insultaban con otras palabras y no dije nada, porque es algo que pasa mucho por el calor y la emoción del partido, aunque tampoco sea normal. Fui a por él al escuchar los insultos racistas. No podía callarme. Había niños delante», remarca.

«Luego también es verdad que tres jugadores suyos se enteraron de lo que pasó y vinieron a hablar conmigo. Adri, el portero, Esteban, que no jugó el partido, y Víctor Tejel, que se vino a disculpar después porque no sabía qué tipo de ofensa había recibido. Me dijo que sentía mucha pena. Me pidió perdón y me dijo que el Zaragoza no era así».

En esa dirección, Nunes también aparta del asunto a la mayor parte de la afición maña. «No podemos generalizar. Fue una pequeña parte de la grada, no todos. Mucha gente me trasladó su apoyo y me dijeron que luchara contra todo eso».

Nunes entiende que «hasta que no se tomen medidas más duras, se van a volver a repetir situaciones como la del domingo. Sobre todo si dicen que no han visto ni oído nada. La solución debería empezar en la gente que estaba ahí en ese momento. Identificar al que lo dijo. Después el árbitro en el acta puso que no había visto nada. Algunos aficionados, incluso padres con sus hijos, lo defendían. Cuatro o cinco personas, en total. Nadie lo quiso identificar. Y había un fotógrafo en ese momento podría haberlo hecho. Pero tampoco», lamenta.

Nunes espera que su caso y la repercusión que ha tenido sirvan al menos para erradicar el racismo del deporte. Para eso y para comprobar lo querido que se siente en el vestuario del Palma. «Después de lo que vi tras el partido y todo lo que pasó, voy con mi equipo hasta la muerte. Me defendieron de todas las formas posibles. El club, el entrenador, los compañeros… Todos».