Caricatura de Llorenç Serra Ferrer. | Marcelo Pinto

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Al filo de las dos de la tarde el párking del estadio de Son Moix se queda casi vacío. Los empleados del club abandonan sus puestos de trabajo y hacen un alto en su labor diaria. Es hora de irse a comer. Casi todos lo hacen, pero algunos siguen en la planta noble. Han llegado al estadio rondando las nueve de la mañana y a eso de las dos y media llega el almuerzo directo del Mallorcafé. Un mínimo parón para reponer fuerzas y a seguir hasta casi las once de la noche. Así es la vida de Serra Ferrer y Mateu Alemany en la oficina. A un día duro le sigue otro igual o peor. Llorenç ha abandonado la tranquilidad de s'Olivaret y Mateu ha dejado el golf para más adelante. Ahora hay demasiado por hacer. Mejor dicho, está casi todo por hacer.

Alemany, el tiempo que fue propietario, trató de taponar las vías de agua, pero ahora su trabajo y el del nuevo máximo accionista es sellar los agujeros por completo y construir un club casi de la nada.

La agenda del vicepresidente vuelve a tener muchas citas en rojo y pocas horas en las que no sabe qué hacer. Serra invierte su tiempo en hablar por teléfono, en mantener reuniones muchas de ellas clave, pero con una limitación de tiempo, porque la que sigue después resulta que es igual de importante o más. Pero a lo planificado el día anterior hay que añadir los imprevistos que van surgiendo hora tras hora. Son ese tipo de 'sorpresas' que uno se va encontrando en los cajones, que vienen reflejadas en la 'Due diligence' de forma general, pero que cuando se araña sobre la superficie no dejan de sorprender. Y hay mucho que rasgar y mucho todavía de lo que sorprenderse.

Y es que a la complejidad que supone organizar un club en todas sus áreas, este club está en concurso de acreedores por lo que mayoría de decisiones importantes tienen que ser tuteladas por los administradores. Es el más difícil todavía, pero a su vez es la única vía de escape a la que se ha podido agarrar el Mallorca para sobrevivir. Renovaciones, altas y bajas y con el elevado número de conversaciones que eso supone. Poner en contacto a unos y a otros y encontrar un punto de acuerdo en cualquiera de las conversaciones es una tarea titánica. Porque en la práctica totalidad de situaciones hay dinero de por medio. En unas ocasiones es dinero que debe ingresarse y ahí es cuando uno se da cuenta de que no sólo es el Mallorca quien anda con la caja vacía. El resto tampoco puede echar cohetes y encontrar el equilibrio entre lo que se pide y lo que finalmente se puede ofrecer es difícil. En estas se encuentran ahora Serra y Alemany. No se pueden descuidar las grandes decisiones, tampoco el día a día y así es como las jornadas laborales de ambos se hacen eternas, infinitas. Hoy será igual que siempre, otro día duro en la oficina. Para qué engañarse.