Los integrantes de la selección española de fútbol recibidos con bailes tradicionales a su llegada a Potchefstroom, la localidad en la que ha instalado su cuartel general para todo el Mundial de Sudáfrica. | Efe - Carmelo Rubio

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Las vuvuzelas y su estruendoso sonido se adueñaron del Soccer City durante la jornada del partido inaugural del Mundial Sudáfrica 2010, que se disputó en un estadio impresionante, completamente lleno, 'vestido' de amarillo y en el que el color verde de los mexicanos se concentró en una esquina de las gradas.
El amarillo de los bafana, bafana, la selección sudafricana, predominaba en un graderío majestuoso, en el que los difuminados puntos verdes no correspondían a los aficionados de México, sino al segundo color del equipo local.
Prueba de este panorama espectacular es que los aficionados de México, que antes del partido y en los alrededores del estadio se presentaban como muy numerosos, se diluían ante la marea amarilla de seguidores del equipo anfitrión del torneo, que eran mayoría absoluta.
El Mundial de las vuvuzelas se abrió un ambiente festivo, marcado por las dificultades existentes para llegar a las inmediaciones del estadio, ya que las colas de automóviles fueron muy numerosas porque los asistentes al partido desatendieron la solicitud de las autoridades locales de no acudir al Soccer City en vehículos privados.
A las diez de la mañana ya se presentaban dificultades para acceder a las inmediaciones del estadio aunque la ceremonia inaugural estaba prevista para las dos de la tarde y el encuentro para las cuatro. El paso de aviones del ejército sudafricano a muy pocos metros del estadio a lo largo de la mañana marcó la aproximación de los aficionados al Soccer City, muchos de ellos ataviados con sombreros, caras pintadas y bufandas que no dejaban duda de cuál era la selección a la que venían a animar.
Tanto los seguidores sudafricanos como los mexicanos se acercaban al estadio en grupos, en la mayoría de los casos integrados por familias y amigos.
A continuación llegó la ceremonia inaugural y los prolegómenos del partido cuyo hilo argumental fue siempre de la mano del agudo e inconfundible sonido de las vuvuzelas, cornetas de plástico de diferentes tamaños, aunque siempre estrechas y alargadas. Cuando se junta 30.000, 40.000 o 50.000, el asunto cobra envergadura.
Su nombre proviene del sonido «vu,vu» que emiten estas trompetas, pero sobre el origen de la parte final de la palabra «zela» hay muchas discrepancias y no queda claro de dónde llega.
Los mexicanos con el «Dale México querido» y el «Canta y no llores» de la canción Cielito lindo trataban de hacerse notar, pero las vuvuzelas daban replicaban y se hacían con la parte sonora del espectáculo.
Instantes antes del inicio del partido, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, y el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, se dirigieron a los espectadores desde el centro del terreno de juego. Sus palabras rindieron un homenaje a Nelson Mandela, por lo que ha supuesto para la democratización del país y para la llegada del Mundial a sus estadios, al tiempo que le dieron el pésame por el fallecimiento de su biznieta en accidente de tráfico en la noche del jueves.