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Las selecciones que históricamente acaparan los títulos, a las que se une España, parten como favoritas en la primera Copa del Mundo en Africa, que arranca el próximo viernes, marcada por un ambiente cultural y futbolístico diferente al de anteriores ediciones. Selecciones que han impuesto su ley en América como Brasil o Argentina, junto a Uruguay que estrenó el palmarés mundialista, así como los grandes equipos europeas de Alemania, Francia, Italia e Inglaterra, junto a España, completan, a priori, la lista de grandes favoritas.
Favoritas
Aunque alguna de ellas no llega al torneo en su mejor momento, sus nombres siempre suponen un valor añadido en una lista de posibles campeones, a la que se pueden sumar equipos como Holanda y Portugal, así como alguna selección africana, un continente que cada vez ha cobrado más espacio en esta competición.
El Mundial no sólo estará marcado por el potencial de los equipos, sino que también será el torneo de las grandes estrellas, con el fútbol de Leo Messi (Argentina), Cristiano Ronaldo (Portugal), Xavi Hernández (España), Wayne Rooney (Inglaterra), Luis Fabiano (Brasil) o Diego Forlán (Uruguay), todos ellos llamados a coronarse en esta competición.
También se espera a otras estrellas. El seleccionador argentino, Diego Maradona, será una de ellas, al menos hasta que el balón empiece a rodar. A partir de entonces, Messi puede eclipsarle.
Los seguidores del equipo local, los «Bafana, Bafana», también se sumarán a la fiesta, en la que no faltará el colorido en las gradas o la presencia de alguna selección «exótica» como la de la impenetrable república comunista de Corea del Norte.
El torneo prepara un espectáculo intenso en el Grupo A, el de la selección local, que deberá rendir al cien por cien para superar a México, Uruguay y Francia, un equipo que llega en mal momento, lo que se convierte en un buen presagio, puesto que los galos sólo triunfan cuando no tienen expectativas de hacerlo.
Argentina está llamada a liderar el Grupo B por delante de Nigeria, Corea del Sur o Grecia. No estar entre los dos primeros del grupo sería un tropiezo sin excusas para la selección de Maradona, el equipo de un país que parece dudar más de su técnico que de sus jugadores.
En el C, Inglaterra también debe asumir en su grupo el papel predominante ante una selección de Estados Unidos teóricamente inferior, pero que crece, y las de Argelia y Eslovenia.
Mayor que el de Argentina e Inglaterra parece el liderazgo de Alemania en el Grupo D, con Australia como equipo más accesible, y Ghana y la Serbia de Radomir Antic y Nikola Zigic como equipos en la lucha por el segundo puesto.
El equipo europeo que antes logró la clasificación, Holanda, debe estar un peldaño por encima de Dinamarca, Japón y Camerún, que tendrá su referencia en Samuel Eto'o en el grupo E.
Lo mismo que con Holanda pasa con Italia en su grupo, el F. La ventaja de la «azzurra», actual campeona del Mundo, está en que tan sólo la aguerrida selección de Paraguay puede, a priori, plantarles cara.
El fútbol tosco de Nueva Zelanda, que no ha ido al torneo desde 1982, y el de Eslovaquia, única selección que se estrena, no deben poner trabas a Italia, a pesar de que su momento no es excelente con una plantilla que mantiene a nueve jugadores del éxito de 2006 y que tiene en duda por lesión a su organizador Andrea Pirlo.
Brasil encabeza el grupo más complicado, el G, por el potencial conjunto de sus equipos, ya que la calidad de Portugal, con Cristiano Ronaldo, y Costa de Marfil, le van a obligar a una exigencia especial desde el primer momento, al margen del peligro que, por sus peculiaridades, puede generar Corea del Norte.
Costa de Marfil sufrió un fuerte golpe moral el pasado sábado cuando su máxima estrella, el delantero Didier Drogba, se fracturó el brazo en un amistoso con Japon. La estrella marfileña fue operada «con éxito», pero se desconoce si estará presente en el Mundial.
Un grupo asequible
España encabeza el último grupo del Mundial, el H, que hablará mayoritariamente castellano con la presencia de Chile y Honduras junto a la selección de Suiza.
La convicción del juego de la selección chilena que dirige Marcelo Bielsa, contrasta con los apuros que pasó Honduras para clasificarse in extremis. En estos dos últimos dos grupos, Brasil y España, se mirarán de reojo. De cumplir las expectativas depende que no tengan que enfrentarse entre sí a las primeras de cambio, en octavos.
A tres días de que el balón eche a rodar en el partido Sudáfrica-México y en el día en que se cumplen doce años de la elección de Joseph Blatter como presidente de la FIFA en París, el ambiente en las calles de Johannesburgo es de calma chicha.
El primer Mundial africano camina con sordina hacia su punto de partida en el país que ha popularizado el estruendo de las vuvuzelas, una trompeta de plástico cuyo sonido estridente, por el momento, sólo se oye de modo esporádico en Sudáfrica.
Pocos signos externos permiten augurar que en solo tres días se desatará una auténtica locura en todo el mundo, suicidios incluidos, a resultas del desenlace de los partidos mundialistas.
Ambiente
Coches con banderitas a los lados cuyos conductores se abstienen de tocar el claxon, cartelones publicitarios en los muros de la ciudad, globos aerostáticos de patrocinadores, silenciosas colas en los centros de expedición de entradas. Tal es el ambiente que precede al partido inaugural en la populosa Johannesburgo, cuya área metropolitana acoge a casi ocho millones de almas.
El problema de la seguridad, aireado durante meses en los medios de comunicación, retrae a los aficionados, sobre todo a los extranjeros, cuya presencia, a diferencia de Mundiales anteriores, apenas se percibe en las ciudades sede.
De ahí que, en medio del silencio oral, resulte extemporáneo cualquier grito de ánimo a una selección como los emitidos por un grupo de argentinos a su llegada al aeropuerto de Johannesburgo. En cualquiera de los países futboleros sonarían a rutinario trámite administrativo. Aquí, a día de hoy, sorprenden.