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Mallorca vivió las dos caras del frenético desenlace de la gran final de la Eurocopa. Por un lado, los aficionados italianos que se concentraron en diferentes rincones de la Isla, como en la pizzería L’Artista del Passeig Marítim, sufrieron de inicio, se ilusionaron con el empate y acabaron celebrando la victoria de su selección a lo grande.

Mientras, los miles de aficionados congregados en el epicentro de la afición inglesa, Magaluf, los turistas que ya pueblan sus hoteles y playas no pudieron festejar el primer título en décadas de su selección, quedándose a las puertas y viviendo sensaciones diametralmente opuestas a las de los transalpinos. Tras avanzarse en los primeros compases del encuentro, sufrieron el acoso de los italianos con el paso de los minutos y, en la tanda de penaltis, vivieron una montaña rusa de emociones que les hizo sufrir con la derrota en la muerte súbita.

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Encuentro

Bajo estrictas medidas de seguridad y con la Policía Local de Calvià y la Guardia Civil bien pendiente de lo que acontecía en Magaluf, especialmente en las proximidades de la zona cero de Punta Ballena, donde la desolación fue una constante minutos después de la derrota.

La otra cara de la moneda fueron los aficionados italianos que, más dispersos pero no por ello menos apasionados, volvieron a festejar un título de su selección, el segundo en su palmarés en la Eurocopa, que se une a sus cuatro entorchados mundiales.