Aficionados ingleses celebrando el pase a la final. | M. À. Cañellas

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Fueron mayoría, pero los aficionados ingleses, los primeros turistas británicos del verano, convivieron con una nutrida de daneses que dieron más colorido a Magaluf, de nuevo la zona caliente en una noche de Eurocopa en la que la tensión de la semifinal estuvo presente en los bares y en las calles, donde las fuerzas de seguridad velaron para evitar incidentes entre los ciudadanos de ambas nacionalidades y hacer que la cosa no fuera a más ante posibles eventualidades.

El gol danés desató la alegría entre los seguidores de aquel país, que se hicieron notar en todo momento. Pero la respuesta inglesa cayó como un jarro de agua fría. Por contra, los ingleses, anfitriones de la fase final, fueron de menos a más, aunque la llegada de la prórroga llenó de incertidumbre un ambiente que cambió radicalmente con el polémico penalti que marcó el sino del encuentro.

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La decepción de los daneses contrastaba con la explosión de euforia inglesa con el gol de Kane, que ponía por delante a los suyos y decantaba una semifinal emocionante, pareja y que se vivió de manera muy caliente en Mallorca, donde coincidieron turistas y visitantes ingleses y daneses. A los primeros todavía les quedará la final.

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Problemas para los reporteros

La tensión del partido se trasladó al personal de seguridad de algunos locales de Magaluf, que probaron sin fortuna que el reportero gráfico de este diario y otros compañeros no pudieran desempeñar su labor informativa, llegando incluso a intentar agredirles.

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Agentes de la Guardia Civil patrullando en Punta Ballena.