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Ante los incidentes violentos entre hinchas rusos e ingleses en Marsella del fin de semana, las autoridades francesas prohibieron este lunes la venta de alcohol para llevar en las ciudades de Toulouse, donde se enfrenta España con la República Checa, y Lyon, que acoge el encuentro entre Bélgica e Italia.

La orden ministerial, aplicada por los delegados del Gobierno en Lyon (este de Francia) y Toulouse (sur), se extiende a todos los días en los que haya partido y la víspera, y eso hasta el final de la Eurocopa el próximo 10 de julio.

La medida no afecta por ahora a París, donde esta tarde se disputa un duelo entre Suecia e Irlanda a las 18.00 hora local (16.00 GMT).

Un portavoz de la prefectura de policía de la capital francesa dijo a Efe que la eventual prohibición está «siendo discutida» y que se tomará una decisión durante la jornada de hoy.

Ayer, el ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve, dio una directiva a los prefectos para que pudieran impedir «la venta, el consumo y el transporte de bebidas alcohólicas en los perímetros sensibles», es decir, en la calle, en las tiendas y en establecimientos autorizados a que los clientes se lleven lo que compran.

Asimismo, la policía podrá obligar a retirar de las terrazas mobiliario susceptible de ser utilizado como arma arrojadiza, agregó el máximo responsable de la seguridad francesa.

Tampoco se podrán vender bebidas en las terrazas de los bares, donde no se autorizan los vasos, botellas u otros recipientes que puedan ser usados como proyectiles, ni utilizar en la calle los surtidores para servir cerveza, según el comunicado difundido por el prefecto de Toulouse, Pascal Mailhos.

Los comerciantes podrán «solicitar, si lo necesitan, la intervención de la policía para facilitarles la aplicación de esta prohibición», agregó.

Estas disposiciones, cuya implementación resulta aparentemente complicada, responden al refuerzo de la seguridad al que se comprometieron las autoridades francesas tras las batallas de aficionados radicales en la zona del Puerto Viejo de Marsella (sur), que causaron 35 heridos, cuatro de ellos graves y uno de los cuales todavía se encuentra en estado crítico.

La prohibición no había impedido, a primera hora de la tarde, que grupos de aficionados de las selecciones española y checa estuvieran en las terrazas de los bares y en calles del centro de Toulouse con vasos de cerveza en la mano, sin que se tenga constancia de incidentes.

En Marsella, ya había restricciones el sábado a la venta de alcohol en las zonas próximas al estadio Velódromo donde se disputó el encuentro y al área de los hinchas en la playa, pero no en el casco histórico.

Y fue precisamente allí donde varios cientos de hinchas violentos se enfrentaron a golpes con botellas, palos, sillas y mesas de los bares y con cualquier objeto que encontraron a su paso.

Diez personas detenidas por su supuesta implicación en esos incidentes (seis británicos, tres franceses y un austríaco) deben ser juzgados hoy ante un tribunal penal.

La Fiscalía pide el encarcelamiento de todos ellos, así como prohibiciones de entrar en el territorio nacional para los extranjeros y de acceder a los estadios para los franceses.

Sin embargo, las fuerzas de seguridad francesas no han logrado detener a ninguno de los cerca de 150 «hooligans» rusos que participaron en la batalla campal y que estaban «extremadamente entrenados».

En Lens (norte), otra de las sedes de la competición, las autoridades municipales habían establecido de antemano una prohibición de venta de alcohol los días de partido.

En paralelo, la UEFA ha amenazado con excluir de la Eurocopa a las selecciones de Rusia e Inglaterra si sus aficionados vuelven a protagonizar actos violentos.