Salvador Pérez Martínez, ‘Chamorro’ anotó el gol del Atlètic y abrió el camino de la victoria para el Atlètic Balears. | P. Pellicer

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Atlètic Balears 1 - 0 Ontinyet

Existen partidos donde hay que agarrarse a un punto de heroicidad para resolverlos y ayer el Atlètic tuvo que recurrir a ese factor para sumar tres puntos y mantenerse firme en su lucha por abordar la zona de play off. Un gol del ‘tigre’ Salva Chamorro en la primera parte y un ejercicio de supervivencia en la segunda, fueron decisivos para amarrar una victoria de calidad que sitúa a los de Sansó a seis puntos de la liguilla.

El Ontinyent llegó a Palma preparado para la guerra futbolística recurriendo al orden y arriesgando lo mínimo. Ante este tratado de intenciones al Atlètic no le quedó más remedio que ir masticando el partido e ir manteniendo su confianza en su juego. Con Portilla dando equilibrio y ordenando el guión en la zona ancha, el Atlètic fue poco a poco tomando posesión del partido, buscando recursos, en definitiva... persistiendo. El propio Cristian pudo adelantar a los locales en un libre directo, pero Rangel se lució y envió el balón a córner. Fue un primer aviso. El segundo llegó a los 20 minutos. Femi, capaz de hacer mil travesuras con el balón, tuvo una doble oportunidad a bocajarro, pero de nuevo el portero resolvió con maestría.

Construir

El gol se intuía, como se intuye el primer beso. El Atlètic construía fútbol, pero además era capaz de robar y poner la directa hacia la meta rival. En una de esas acciones, Cristian toca rápido a Femi que mete la directa hacia la línea de fondo y golpea sutilmente hacia Chamorro, que venía acompañando a la jugada. El ‘tigre’ no suele fallar cuando siente el aroma del gol y con frialdad buscó el único lugar donde Rangel no podía llegar y ahí clavó el esférico. Lo más difícil estaba hecho.

Los baleares aguantaron sin problemas hasta el descanso, pero casi desde el primer minuto de la reanudación se comprobó que no sería una segunda parte fácil de aguantar. El equipo de Pep Sansó fue inclinando el campo en su contra y permitió al rival ir ganando metros. Cuando los partidos entran en ese escenario, el terreno de juego es un campo de minas, y en cualquier momento una puede hacer explosión. Sin embargo, y pese a que el Ontinyent tenía más la pelota, el equipo blanquiazul se armó de paciencia, trató de juntar sus líneas y empezó a trabajar en defensa. Fue una lucha cuerpo a cuerpo, un combate agresivo, una guerra casi más psicológica que futbolística. En este tipo de situaciones hay un factor incontrolable: el árbitro. Melgares Alguilar expulsó a Cristian. El delantero tenía una amarilla y vio otra por un supuesto ‘piscinazo’. Un regalo inesperado para el Ontinyent y una contrariedad enorme para el Atlètic.

Sansó reforzó el centro del campo con Samuel Baños y David Sánchez y el equipo se agarró a ese punto de heroicidad imprescindible para ganar batallas como la de ayer. El equipo, que en la primera parte se identificó a partir de Portilla, en esta segunda y sobre todo desde el minuto 70 se encomendó al ardor guerrero, a la fiereza en todas las acciones, a no perder la cabeza en la zona de riesgo. Lo consiguió. El público pedía la hora, consciente de que en otras ocasiones la película había terminado con un final para nada feliz.

Pero ayer el equipo palmesano no tropezó con la misma piedra. El equipo ha ganado en consistencia defensiva, ha crecido en el centro del campo y tiene una enorme capacidad para crear temor en las defensas rivales. Un buen tratado de intenciones para seguir soñando.