Los jugadores del Platja de Palma celebran la victoria y el ascenso conseguido ante el Marín, ayer en el pabellón Toni Servera. | J. Lladó

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Platja de Palma 89

Marín Peixgalego 65


Platja de Palma (18+20+22+29)
: Carlos San Emeterio (9), Goyo Domínguez (12), Biel Torres (9), Toni Cañellas (8), Tyler Sanborn (12), -cinco inicial- Alberto Alzamora (5), Sergio Rodríguez (15), Berto García (8), Marcos Marotta (2), Llorenç Llompart (0), Miki Corbacho (2) y Pau Giménez (7).

Marín Peixgalego(12+19+19+15): Martin Atoyebi (4), Adrián Rodríguez (13), Luis González (10), Manuel Ferreiro (2), Jonathan Schmidt (9), -cinco inicial- Pablo González (0), Sergio Riera (8), Pablo Alonso (5), Gregorio Adón (14) y Manuel Comesaña (0).

Àrbitros: Hernández y Jerez. Eliminaron por cinco faltas a Marcos Marotta y Adrián Rodríguez.


Ciutat recupera su lugar dentro del mapa baloncestístico español. El Platja de Palma consumó con el ascenso a la LEB Plata una temporada de ensueño y, por encima de todo, culminó un proyecto que tras cuatro intentonas ha llegado a buen puerto.

Los de Maties Cerdà no dejaron lugar a la improvisación y pasaron por encima (89-65) de un Marín que cayó rendido ante la presión defensiva y el fondo físico de los verdinegros. Así, el primer equipo del Bahía San Agustín se gana en la pista el salto de categoría que Guillem Boscana y su directiva perseguían desde hace un lustro.

Y eso que no parecía fácil el objetivo en los primeros compases, pues el Marín Peixegalego del incansable Quino Salvo sabía dónde debía incidir para hacer valer los dos puntos de renta que traía de la ida (84-82). Pablo Alonso secaba a Sanborn y una fuerte defensa sobre Sergio Rodríguez impedía al artillero del Platja de Palma encontrar tiros cómodos. Eso lo notaron los baleares en el segundo cuarto, cuando más pareció peligrar la serie. Pese al 18-12 del parcial inicial, los de Salvo se apoyaban en Adón y Luis González para ponerse por delante (18-20) y hacer subir las pulsaciones en la abarrotada grada del Toni Servera. El equilibrio era la constante, y la frescura del mallorquín Sergio Riera daba aire al Marín (26-29).

Hasta que los de Cerdà activaron el chip defensivo y el tándem Domínguez-Rodríguez decidió soltarse. Un triple de Toni Cañellas hacía el resto, y la hinchada empezaba a creer en el ascenso al ecuador de un choque que no daba tregua (38-31).
El tercer cuarto sentó las bases del hudimiento gallego. Pau Giménez demostró que conserva intacta buena parte de su calidad, y junto a Goyo Domínguez propició el despegue definitivo (49-37). Solo Adrián Rodríguez mantenía con vida desde la línea de tiros libres a Salvo y los suyos.

Colapsado por la fuerte defensa planteada por Cerdà, el Marín se desplomaba por momentos, y solo la muñeca de Adón invitaba a creer en el milagro, una posibilidad que entre Rodríguez y Alzamora hicieron menos factible en tres acciones consecutivas que asentaron la sangrante brecha (60-50).

Diez minutos por delante y un rival herido de muerte es lo que halló el Platja de Palma en el tramo final de un choque que hizo de su último cuarto un paseo triunfal para los isleños, que hicieron valer su seriedad atrás y el factor Toni Servera -no han perdido ningún partido como locales en toda la temporada- para inmovilizar al Marín y ganar tiempo y margen en el electrónico. Tanto, que a tres minutos ya estaba todo resuelto (81-61) y Salvo arrojaba la toalla.

Esta vez sí le tocaba al Platja de Palma, que deportivamente se ha hecho con un hueco en la LEB Plata y no pone límites a sus sueños. El Marín Peixegalego se quedó por el camino (89-65) y ahora se abre un nuevo horizonte para un grupo de amigos que ha completado con éxito una larga travesía.