El ala-pívot norteamericano del Menorca Bàsquet, Cuthbert Victor (c), se agarra a la canasta tras anotar un tanto ante el Gran Canaria, durante el partido correspondiente a la vigésimo tercera jornada de la ACB que ha enfrentado esta mañana a ambos equipos en el Pabellón del Menorca. ESPAÑA-BALONCESTO-ACB | Myriam Traid Valera

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Llegados a este punto, es evidente que el Menorca, enfermo como está, no responde a tratamiento alguno. Ni las terapias individuales, ni las charlas de grupo, ni la medicina de los refuerzos, nada ha funcionado. La salud del equipo de Olmos no mejora, siquiera después de que el club haya activado esta semana toda su maquinaria para tratar de aliviar el dolor.

Entubado como está desde hace meses, el Menorca pasa los días a la espera de que ocurra algo que nunca sucede. Que una victoria le abra los ojos, o que sus rivales sientan el rigor de Bintaufa como pasaba antaño. Pero nada, las jornadas se consumen y los isleños siguen en el mismo sitio. Ayer, pese a que el Gran Canaria llegaban con el parte médico en la mano y después de una larga secuencia de derrotas, la cosa tampoco mejoró. Es más, hacía tiempo que el Pavelló no asistía a un ejercicio de impotencia similar al que se adivinó luego del 18-43, cuando la grada decidió silbar para intentar golpear conciencias. Y lo logró, porque el segundo tiempo fue estupendo. Solo que a un equipo como el Menorca no le alcanza con un par de buenos cuartos.

Así que es probable que la función ante el Gran Canaria fuera el réquiem por el grupo de Paco Olmos, al margen de que queden muchas jornadas por disputar y de que el miércoles el Menorca juegue ante el colista. La hinchada ha perdido la fe porque el equipo transmite depresión y tristeza, y eso tiene difícil cura (67-76).

Inicio

Dijo Olmos en las horas previas al encuentro que no se fiaba de las bajas que tenía el Gran Canaria. Hizo memoria y sacó la cinta del partido ante el Joventut. Y no se equivocó. Con pocas fichas en el juego interior, pero con su nómina de exteriores intacta, el equipo de Pedro Martínez tardó lo que van cinco minutos en advertirle al Menorca que iba a vivir otra mañana infernal. Un triple de Green, dos suspensiones de Carroll, un par de pérdidas de Ciorciari, la segunda falta de Radenovic... Todo eso dio con un 10-13, pero con la sensación de que el colectivo local iba a desplomarse al primer bufido.

Y así sucedió. Seis puntos consecutivos de Jaycee Carroll, fruto de un triple y de una falta absurda de Otegui, zarandearon al Menorca, que se fue al suelo con otro triple de Green que ponía el 12-22. Olmos detuvo el partido para recuperar la brújula en ataque y echarle el lazo al máximo anotador de la ACB, pero ni por esas. Con el bonus bajo el brazo, el Gran Canaria empezó a desfilar por el tiro libre (9/9 en el primer cuarto) mientras los menorquines se estrellaban desde fuera, por lo que un palmeo de Domínguez dio cuenta de la avería que sufría el Menorca Bàsquet (14-28, primer cuarto).

El segundo período fue un thriller de terror. A pesar de que Caio Torres iluminó el inicio con cuatro puntos jugando al poste (18-30), ese fue el inicio del fin. Las pérdidas de Servera y los errores en el tiro propiciaron que el Gran Canaria convirtiera el partido en una carrera de patines. Defensa, rebote y transición. De manual. Un espectacular parcial de 0-13 le estalló en la cara a la hinchada, que empezó a silbar tras las pérdidas de Miki Servera y la secuencia de gazapos de Sanders (2/10 en tiros). El 18-43 era un bochorno, con Bintaufa en llamas y la grada tapándose la cara. Victor y Limonad entendieron que la situación era dantesca y alimentaron un parcial de 7-0 que ayudó a construir la idea de que una reacción era posible en la reanudación (25-43, descanso).

Reacción

El Menorca había firmado un 0/6 en triples, acumulado 9 pérdidas y entregado la batalla por el rebote (12/22) por lo que tenía claro en qué debía mejorar. Así que tras una canasta lejana de Judson Wallace (25-45) se puso a la faena. Con Limonad en la dirección y Donaldson asomando por el partido, el Menorca logró un parcial de 11-0 que le acercó (36-45). A pesar de la aparición de Beirán -logró dos triples- el equipo de Olmos iba lanzado. Un triple de Limonad y dos canastas al poste de Victor pusieron el 52-58 que cerraba el tercer período, el de la reacción.

No había noticias de Carroll y Wallace andaba con cuatro faltas, por lo que una canasta de Huertas comprimió al máximo la cita (61-64). Bintaufa creyó, pero entonces volvió el francotirador de Laramie. Carroll anotó un triple y un par de tiros libres y metió el partido en la trituradora (61-69 a 4'07''). Y el Menorca ya no se volvería a levantar. Frágil como está, dos golpes eran demasiado (67-76, final).