El legendario futbolista mallorquín Tomeu Salas posa junto a algunos de los integrantes del actual Constància, equipo del que todos ellos forman parte de su dilatada historia. | Teresa Ayuga

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Cuando el Constància se vuelve sentimiento, algo se mueve en Inca. El Constància celebró su tradicional cena de Navidad sumido a partes iguales entre la nostalgia y la renovación. Entre el presente gris y la vuelta al pasado luminoso. El que fuera primer equipo de Mallorca allá por los años cuarenta, el más querido y admirado en la Part Forana, no se resigna a la larga travesía en el desierto que padece desde que la afición de Inca le dió la espalda. El que fuera muchos años presidente, y actual presidente de honor, Jordi Cerdà, lo tiene claro: «Sólo volveremos a ser queridos y respetados si recuperamos a la afición». Y es cierto. Las cifras del más a menos son claras: en sus ochenta y ocho años de vida, el Constància ha militado once temporadas en Segunda División, una en Segunda B y cincuenta y una temporadas en Tercera División. Su mejor papel lo hizo en la temporada 1943-44 cuando promocionó para ascender a Primera División. El canto del cisne, tan lejano, tan difuminado en el recuerdo.

Ya se sabe que el tiempo no vuelve, pero el Constància quiere hacer honor a su nombre: firmeza del ánimo en las resoluciones y en los propósitos. Y en la cena de Navidad de este año, con gente resuelta y de empuje como Miguel Prats, editor de la revista 'Constanciers'; la renovada ilusión de Jordi Guirado, presidente de la entidad, y el compromiso firme de Miguel Garriga y Nico López en la parte técnica, una cosa quedó clara: se luchará por un futuro mejor.


Tributo

Este pasado viernes se partió de la mejor manera: un tributo al pasado como modo de recordar a los mas jóvenes que el Constància tiene pasado. El nombrar «Constanciers d'Honor» a Tomeu Salas, de 91 años, único superviviente de aquél equipo que jugó la promoción para ascender a Primera siendo entrenador José Quirante, y al periodista Pere A. Serra, de 83 años, que viajaba en taxi de Sóller a Inca cada vez que el Constància jugaba en Es Cós, como exponente del gran atractivo que tenía el equipo entre los jóvenes aficionados de los pueblos, ha sido un acierto, además de un acto de justicia. Bastaba ver lo emocionados que se mostraban los homenajeados, especialmente a la hora de agradecer micrófono en mano la distinción. «Al público de Es Cós, al pueblo de Inca, que siempre me animaba, debo el haber sido futbolista de Primera División. Por eso siempre os llevo en el corazón», decía Tomeu Salas con lágrimas en los ojos. Pere A. Serra recordó que había sido a través de su primo Carlos Rullán, fundador de la Peña Constanciera de Sóller, que se había hecho forofo del Constància. «En Es Cós me sentaba en primera fila y a veces Tomeu Salas, que era lateral izquierdo, me empapaba con su propio sudor. Hoy soy feliz de poder compartir estos momentos con el que fue mi primer ídolo junto con Corró. Por eso quiero dar las gracias al Constància y deciros que estoy orgulloso de ser y de sentirme constancier», dijo.

Emociones

Emoción, sentimiento y realismo. Hubo lágrimas en algunos reencuentros, como las de un aficionado al saludar a Tomeu Salas, o el que quiso fotografiarse con ambos homenajeados y que resultó ser el aficionado por excelencia, Antoni Ramis, de la Esparteria Toni Blancos, que lleva 40 años sin perderse un sólo partido, tanto en casa como fuera. También merece la distinción de «Constancier d'Honor» y es un ejemplo en este intento de la entidad de atraer a la afición a este páramo que es en la actualidad el Camp Nou de Inca. Como el Arenas de Getxo o el Europa, el Constància, nacido en 1922 como rama deportiva de una sociedad de socorros mutuos de Inca, es recordado con cariño en toda España. Añadamos futuro a su carisma.