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«Llevo 33 años practicando este deporte, y sigo con la misma ilusión que el primer día». Esta sentencia la firma uno de los personajes más respetados dentro del universo del karate, un deporte que lucha por hacerse un hueco en el programa olímpico, y que en Mallorca puede presumir de contar con todo un referente. Francisco Espadas consiguió el séptimo Dan el pasado mes de julio, 27 años después de lograr el Primero, y tras incontables horas de sacrificio y entrega a esta disciplina. Como colofón, el pasado Mundial de Belgrado le sirvió como examen y para culminar un trayecto de dos décadas, consiguiendo el título de árbitro mundial de categoría A -la máxima- para combate y técnica (kata y kumite), algo ahora mismo sólo al alcance de cinco elegidos en territorio español.

Miembro de la Comisión Nacional de Arbitraje de la Federación Española, desde su conocido gimnasio de Son Ferriol ha ayudado a catapultar a algunos de los mejores karatecas de las islas, compaginando la docencia pura con sus labores como árbitro, que le han llevado a alcanzar la máxima distinción internacional dentro de este estamento.

Competidor de combate y campeón de Balears, pasó más tarde a la faceta técnica para ampliar sus horizontes en el arbitraje, a partir de 1990. «El paso definitivo para el karate sería su reconocimiento como olímpico. Para ello, trabajamos con el fin de hacerlo más comprensible para el gran público», refiere Espadas, quien destaca el nivel de Balears en competición, con talentos como Irene Colomar al frente.

Reconocimiento

Espadas explica que el Séptimo Dan «te lo torgan por méritos, como ser árbitro o entrenador nacional, seleccionador... es la recompensa a una carrera», y sobre su brillante ascenso en el campo del arbitraje, admite que «supone finalizar bien un largo trabajo. Primero eres árbitro nacional, después europeo, y asciendes, de juez a árbitro B y A. Las competiciones ejercen de exámenes activos y ahora tengo la suerte de decir que soy el único en Balears y uno de los pocos en España que lo ha conseguido».

El laureado promotor del karate, pese a todo, sigue trabajando día a día por difundir el deporte que es su pasión, su vida, y forma una manera de entenderla muy particular.