El club sube de Liga EBA a Primera FEB en menos de dos años y su proyecto se consolida como uno de los más ambiciosos del deporte isleño
La plantilla del Palmer Basket Mallorca, con Joan Feliu al frente, celebra su ascenso a Primera FEB como campeón de Segunda tras derrotar al Cáceres, el pasado sábado, en el Palau d'Esports de Son Moix.
El Palmer Basket Mallorca es un club nacido para ascender. El conjunto isleño, que el sábado ponía al Palau de Son Moix patas arriba con una histórica victoria ante el Cáceres que le daba un asiento en la próxima edición de la Primera FEB —la segunda categoría del baloncesto español—, es la bandera y emblema de un proyecto ganador. Uno de los más ambiciosos de cuantos colorean ahora mismo el paisaje del deporte balear.
Se está revindicando el Palmer como un club en constante expansión. Hace menos de dos años, la apisonadora turquesa que ha gobernado con mano de hierro la Segunda FEB era solo uno más entre los 135 equipos que componían la Liga EBA —ahora Tercera FEB— a través de sus cinco conferencias. El primer gran peldaño lo subían el 13 de mayo de 2023, en Llucmajor, y también con sus fieles rugiendo prácticamente a pie de pista. Liderados desde el banquillo por Óscar Olivenza y con un grupo de jugadores en el que todavía sobrevive Miki Servera, la escuadra insular derrotaba al NCS Alcobendas, el último rival de una fase trepidante en la que antes se había cruzado con el Marín Peixegalego y el Gandía.
Empezaba una aventura en LEB Plata que si bien no ha sido demasiado extensa en la primera parte del trayecto resultó durísima y agotadora. La mala dinámica de resultados en la que despertó el equipo en los primeros capítulos del curso le hundió en el fango de la clasificación y se llevó por delante a Olivenza, que en noviembre de 2023 soltaba los mandos de una nave que luego empezaría a pilotar Raúl Machado. El Palmer logró esquivar por poco las balas del descenso y obtuvo una vida extra que se jugaría después en un playout a cara o cruz frente al Juventud Alcalá del que terminó escapando airoso para destapar otro ciclo, ahora sí, mucho más estimulante.
Los responsables del Palmer se encomendaron el pasado verano a Marco Justo, al que todos señalan ahora como el artífice de un ascenso contundente. El canario, con experiencia en la ACB (dirigió al Palencia y fue ayudante en el Tenerife) y en las categorías inferiores de la selección, ha sido el ingeniero de la última gran conquista y su trabajo en Son Moix ya le había garantizado la renovación semanas antes de que se concretara el ascenso. «Tenía muy claro que este era el sitio», apuntaba el otro día, mientras corría el cava, acerca de su elección de banquillo.
El 13 de mayo de 2023, el Palmer, dirigido por Óscar Olivenza, subía a LEB Plata después de superar al Alcobendas en el último partido de la fase de ascenso disputada en Llucmajor.
Apoyado en un grupo de jugadores jóvenes con las gotas de experiencia necesaria para competir al máximo nivel sobre el alambre, Justo ha hecho de la defensa un arte y un arma arrojadiza frente al resto de sus oponentes. El Palmer abrochó la fase regular como la formación que menos puntos en contra recibió de los 28 que poblaban la Segunda FEB (1614, poco más de 62 de media por partido) y solo se ha doblegado en tres ocasiones, cuatro contando la de la ida de la eliminatoria de campeones en el Multiusos de Cáceres. Curiosamente, sus derrotas en la conferencia oeste fueron ante los vecinos Sant Antoni y Fibwi Palma, y la última de ellas cuando ya no había demasiado en juego.
Que el Palmer lleva incrustado el gen ganador lo escenificaba el propio Justo solo unos minutos después de proclamarse campeón de Segunda FEB. Con el parqué de Son Moix lleno de confeti y un montón de gente disfrutando de una fiesta que solo acababa de empezar, el entrenador reprendía a los periodistas que le hablaban de que llegaba la hora del descanso. «Llegar estar muy bien pero hay que mantener todo esto. El lunes, a trabajar», respondía. «Tenemos margen para poder empezar a hacerlo de cara a la próxima temporada y debemos aprovecharlo».
En su discurso final, Justo le otorgaba la responsabilidad y el mérito del éxito a sus chicos. A los que se llevaron la atención de las cámaras, como Youssouf Traoré, un joven pívot africano cedido por el Zaragoza que ha impresionado por su despliegue físico, y a los que han estado empujando en la sombra, entre bambalinas. «Aparte de la constancia, la otra clave es cómo el equipo ha sido capaz de jugar con doce jugadores todo el año», reflexionaba el canario, todavía en caliente. «Ha llegado un momento en el que la rotación se ha reducido porque dos jugadores salían de una lesión y no estaban al mismo ritmo que el resto. Pero si no hubiese sido por Sergi Huguet, Guillermo Bastante, o Michael Enabulele, que son los que menos minutos han tenido al final, el resto no habría estado al nivel que ha estado. Sería imposible. Los catorce jugadores, incluido Álex Aguilera, se merecen lo que nos ha pasado».
La máquina de los ascensos del Palmer, que en unos meses estará entre los 18 clubes que se sitúan en la sala de espera de la ACB, permanece encendida.
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