Toni Carrasco posa con las camisetas que ha defendido a lo largo de su carrera deportiva. | MIQUEL A CANELLAS

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Más de tres lustros rodando por las diferentes competiciones FEB y una larga trayectoria es la herencia que deja Toni Carrasco (Palma, 1984) en el mundo del baloncesto. De aquellos tiempos en LEB Oro con el Bàsquet Inca, pasando por el ascenso a Plata logrado con el Andratx o a sus últimas lecciones sobre el parqué con el Flanigan Calvià en EBA, el ala-pívot isleño ha militado en los principales clubes de su tierra, pero una mezcla de motivaciones personales, toda vez que ha superado sus últimos problemas físicos, han desembocado en un adiós que deja un hueco notable en las pistas.

Carrasco ha defendido las camisetas de Inca, Aridane, Pontevedra, Mérida, Cantabria, Pas Piélagos, Imprenta Bahía, Bàsquet Pla, Bàsquet Mallorca, Andratx y, en sus últimas temporadas en activo, la del Flanigan Calvià, donde ha jugado un total de 47 encuentros, siendo protagonista de los mejores momentos de la historia de la entidad.

Siendo cadete, con 14 años, Toni Carrasco probó fortuna en Valencia. Muchas experiencias positivas y otras difíciles, como una lesión de tobillo que superó en las filas del Aridane. «Allí volví a sentirme jugador», recuerda. Le marcó también su etapa en el Andratx, «donde éramos una piña y eso se reflejó en los resultados, con un ascenso merecido y jugando de escándalo». Han dejado huella en la vida de Carrasco técnicos como el desaparecido Quino Salvo, «que confió en mí siempre», u Óscar Olivenza, «un ‘cerebro’ y una gran persona». Jugadores como Bulfoni, Echols, Stuckey o Kenny Green, entre otros, le marcaron a lo largo de una travesía que llega a su fin. Al menos, como jugador.