Tomeu Rigo posa con la camiseta del RETAbet Bilbao Basket. | Bilbao Basket

TW
0

En su vida siempre ocupará un lugar destacado el Bahía San Agustín, el club en el que se formó y que le sirvió de plataforma al Baloncesto Sevilla y las selecciones inferiores, con las que llegó a ser campeón de Europa Sub 16 (2013). Tomeu Rigo (Campos, 1997) es uno de los exponentes del baloncesto isleño y uno de los contados emigrantes mallorquines en la LEB Oro. Tras estrenarse en ACB con el Sevilla y probarse en su actual categoría en las filas del Cáceres, este ejercicio, el escolta criado en el Toni Servera ha sido una de las apuestas de uno de los trasatlánticos de la liga. Rigo promedia casi quince minutos por partido en un RETAbet Bilbao Basket que no tiene otra misión que no sea retornar a la ACB.

Eso sí, el del domingo no será un partido más. Tomeu Rigo se reencuentra con el club en el que dio un paso al frente. El Iberojet Palma visita el Bilbao Arena y no esconde el dos balear que «será muy especial por todo lo que aprendí y viví con ellos».

Hasta su marcha a Sevilla, en categoría cadete, Tomeu Rigo guarda «muchos recuerdos y amigos. Me quedo con técnicos como Joan Barceló y compañeros que me ayudaron a crecer como persona y deportista». Además de con su hermano, el escolta del Bilbao podrá reencontrarse este domingo con Pau Comas, fisio del Iberojet.

Asume Tomeu la presión que supone jugar en un grande de la LEB Oro. «Por afición, historia, pabellón... Se nota que hay tradición, pero esa presión la administramos día a día».

Advierte igualmente del potencial del Iberojet, «que va estar en el playoff y tiene una plantilla a tener en cuenta. Y llegan tras ponerse las pilas ante el Prat». En su posición, respeta a un Bivià «que tiene puntos en sus manos y un Motos «intenso». Sobre la polémica generada por las declaraciones del presidente Boscana, Rigo confiesa que «he escuchado algo, pero se han pedido disculpas y lo mejor es pasar página».

Durante los cuarenta minutos, Tomeu Rigo dejará de lado sus sentimientos de cara a un Bahía San Agustín «que me dio la oportunidad de crecer y, para mí, era como una familia».