El seleccionador nacional femenino de baloncesto, Lucas Mondelo, durante la entrevista. | Pilar Pellicer

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Su palmarés desde que asumió la dirección técnica de la selección española femenina de baloncesto resulta inmejorable. Una plata olímpica (2016), otra mundialista (2014) y dos títulos europeos (2013 y 2017) son la carta de presentación de Lucas Mondelo García (Barcelona, 1967). Vivió en Mallorca, al frente del extinto Jovent, su primera experiencia fuera de Catalunya, y tras llegar a lo más alto a nivel de clubes en España y Europa, ha impartido magisterio en China y Rusia. Conoce como pocos a Alba Torrens y a las integrantes de una generación irrepetible, la que prepara en Ciutat un desafío de altura. El Mundial de Tenerife es la siguiente parada y pelear por las medallas volverá a ser el reto. Mondelo y los suyos saben cómo preparar a un equipo ganador.


—¿Se siente un privilegiado al poder entrenar a una selección así?
—Me siento un privilegiado porque mi profesión es mi pasión. Y eso es un lujo. Poder vivir de tu pasión es algo que no se paga con dinero. Y que dure... (risas). La verdad es que he tenido suerte de coincidir con muchas jugadoras que valen mucho la pena. En lo deportivo y lo personal. Con muchas ya coincidí en selecciones inferiores o en el Avenida y eso me permite tener un mayor y mejor conocimiento de ellas.

—¿Qué ha ofrecido Lucas Mondelo a este vestuario?
—Es un equipo que compensa poder dirigirlo. Pasas todo el año en China o en Rusia y ves otros valores diferentes. Es un gustazo entrenarlas, pues muchas cosas ya no tenemos que pulirlas ni trabajarlas. Se van pasando el legado unas a otras, enseñan a las nuevas y se transmite un estilo de juego. Nuestra ventaja es que somos un equipo con todas sus letras. Y el respeto es nuestra seña de identidad.

—¿Y a usted que le aporta?
—Yo les he brindado un espacio para que expresen todo su talento, que es mucho. Y también para que luzcan su potencial, que también es enorme. Me gusta escucharlas, conocer su punto de vista, ver qué pueden aportarme a mí y al grupo. Como entrenador, convivir y trabajar con ellas te llena. Por lo que son y lo que son capaces de hacer.

—¿Tal vez estamos ante el mejor equipo español femenino de todos los tiempos?
—No sé si es el mejor. A cada uno hay que contextualizarlo en su período temporal, su época y sus circunstancias. A nivel de logros y medallas, sí. Sin duda. Y es una fortuna haber podido coincidir con ellas. Este equipo ha llegado a unas cotas de éxito que parecían inimaginables tiempo atrás.

—De todas las medallas que se han conseguido a lo largo de este lustro, ¿cuál es la que más le ha marcado?
—Seré un poco enfant terrible. Todo el mundo dice que la plata olímpica de Río es la más importante, por lo que supone subir al podio en una competición que se juega una vez cada cuatro años. Pero en mi caso, me quedo con la medalla de oro del Eurobasket 2013, que estos días cumple cinco años. El equipo acababa de pasar un infierno. Fuera de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, teniendo que jugar un Preeuropeo... Y se jugaba en Francia, subcampeona olímpica en ese momento. Y ganar a Francia, en su casa, ante cinco mil aficionados que cantaban La Marsellesa y animaban en todo momento... Ese tipo de victorias te llena. Como entrenador, en mi caso, y como jugadoras, en el suyo. Ese oro lo veo equiparable, en mi opinión, a la plata olímpica. Yo me he pasado años viendo los Juegos Olímpicos por la televisión, en el sofá, vibrando con todos los deportes. Y en ese momento te ves dentro, que eres protagonista de la competición. Y, además de participar y disfrutar de la experiencia, de la Villa, de ver otras modalidades y a grandes figuras, pues ganas medalla. Nada menos... Algo que no se había logrado nunca en el baloncesto femenino español.

—Y ahora, un Mundial, en casa y llegando como vigentes subcampeones y con dos medallas consecutivas. Además de ser campeones continentales y plata olímpica... ¿Se percibe esa presión?
—Somos prisioneros de nuestra historia. Solo nosotros sabemos lo difícil que es ganar después de haber ganado. Y no es fácil, pues todo el mundo te conoce, te sigue, se prepara mejor los partidos contra tí. Esa presión la tenemos, por varios aspectos, pero espero que no nos afecte. Debemos reinventarnos. Con la camiseta no ganas medallas y, lo bueno que tienen estas jugadoras, es que saben comenzar de cero cada competición, sin mirar atrás ni pensar si ha ido bien o no la anterior competición. Y el Mundial no será una excepción. Jugamos en casa y eso te motiva más, seguro. El objetivo es llegar a los cuartos de final, ganar ese partido y pelear por las medallas.

—Ha quedado demostrado que esta selección sabe adaptarse a las transiciones.
—Eso es una buena muestra de que las categorías de formación funcionan y se trabaja bien. Desde la Federación Española, las territoriales, los clubes, los entrenadores, las familias que, día a día, forman la base de la pirámide. Todos juntos realizan un gran trabajo y la selección es el reflejo. Y esas transiciones pueden ser inapreciables. Un ejemplo. De 2012 y día de hoy, hay más de seis cambios. Parece el mismo equipo, pero el relevo está ahí. Es difícil conseguirlo. Eso significa que la gente se ha identificado con el equipo.

—¿Cómo definiría, profesionalmente, a Alba Torrens?
—Cariñosamente, la llamo Cartoons. Es una jugadora de dibujos animados. Es como un caballo salvaje. Ha madurado, es muy exigente consigo misma y no se conforma con ser una de las mejores de Europa. Y con sus capacidades, es una jugadora de equipo, pero con capacidad de decisión individual. A nivel de vestuario y en la pista, marca las diferencias. Y tiene una abuela encantadora, que me dijo que es admiradora mía y a la que tengo un gran cariño

—¿Y como persona?
—Es una persona de diez, con enorme curiosidad, con nervio... Pero cuando llegué aquí, la percibo así como es la isla. Tranquila, segura, confiada. Calmada y a gusto. Está en casa y me consta que tenía muchas ganas de venir con la selección. Se puso muy contenta cuando supo que hacíamos el stage aquí y creo que se lo merece. Los partidos serán muy especiales, pues poder jugar con la selección ante tu gente, en su tierra, es algo especial.

—¿La nota diferente estos días?
—Es normal. Por lo que he comentado antes. Y lo que me gusta es ver el cariño que recibe de la gente. La quieren y ella corresponde a esas muestras de afecto.

—¿Le vienen ahora recuerdos de su etapa en Palma, en el Jovent?
—Muchos... La verdad es que lo pasé muy bien. Era la primera vez que salía fuera de Catalunya. Me dieron esa oportunidad en la Liga Femenina 2, con un buen equipo. Hicimos una buena temporada, pero tuvimos mala suerte. De esa etapa conservo buenos recuerdos y amistades como las de Miquel Ballester y José Luis Alberola. Me enamoré de la Isla, e incluso alguna vez le dije a Miquel (Ballester) que cuando deje los banquillos, me vendría aquí a trabajar y a vivir, porque es un rincón único. Es cierto que estos días me asaltan numerosos recuerdos de esa época en Mallorca, cuando vas con el bus y pasas por un lugar u otro. Me encontré una ciudad maravillosa, como toda la Isla, y fueron unos meses que nunca podré olvidar.

—¿Qué opinión le merece el trabajo que se realiza con las categorías de formación en Balears, más teniendo en cuenta que en el stage contará con dos mallorquinas en la selección?
—Hubo una época en la que estaban el Puig d’en Valls y el Joventut Mariana en Liga Femenina. Y el Jovent en Liga Femenina 2, además de equipos en ACB, LEB Oro, Plata... Siempre ha habido nivel en Balears y es una potencia pese a contar con menos medios que otras regiones. En femenino, siempre hay que tenerles en cuenta, pues sus jugadoras casi siempre aparecen en las selecciones, inferiores o la absoluta ahora. Y en chicos, ni te digo. Rudy, Llull, Abrines, Sergi García, Corbacho... Hay grandes jugadores y afición. Salen buenos baloncestistas y eso llama la atención. Creo que el de las Illes Balears es un caso digno de estudio, por su potencial respecto al número de habitantes y licencias que posee.

—¿Qué le diría a los aficionados que vayan a estar en los partidos de Son Moix o todavía se lo estén pensando?
—Es la oportunidad para ver a un buen equipo de baloncesto femenino, a una selección que nos ha dado muchas alegrías estos últimos años. Y ante un buen rival (Japón). Además, con una mallorquina ilustre como Alba Torrens jugando en casa, y también Nogaye Lo. Los aficionados al baloncesto no se lo pueden perder y se lo van a pasar bien. Queremos que sea una fiesta del baloncesto femenino y que Son Moix esté lleno.