El ‘inquer’ Joan Sastre posa para este diario en el hotel de concentración de la selección española. | Lluís Hernández

TW
0

Joan Sastre (Inca, 1991) vive un sueño en la ciudad de Cluj-Napoca. Con una sonrisa de oreja a oreja, el exterior mallorquín asimila un presente difícil de superar. Integrante de una selección que defiende el título de hace dos años en Francia, han descorchado un inicio que asusta a sus rivales. Contento y adaptado a su nuevo rol con el combinado español, no esperaba tanto protagonismo. Hace dos meses hubiera firmado estar aquí sin jugar nada.

—Menudo año. Y eso que no empezó nada bien...
—Sí, sí. Ya en el inicio perdimos la Copa del Rey y la Eurocup. No pintaba mal, pero la consecución del título de Liga fue algo histórico. En un club como el Valencia Basket que en treinta años de historia nunca había ganado ninguna Liga fue algo increíble. Y ahora poder competir este año en Euroliga y estar aquí jugando el Eurobasket al lado de los mejores jugadores del mundo, la verdad es que es un año redondo y ojalá podamos poner la guinda volviendo con una medalla a casa.

—¿Se puede asimilar bien todo lo bueno que le está pasando?
—Si ahora lo piensas, hace poco más de un año estaba jugando en el CAI Zaragoza, luchando para no bajar de la ACB. Después, con el Valencia ganas la Liga, ahora en Cluj con la selección, que normalmente estabas todos los veranos en tu casa viéndolos por la televisión. Se van recogiendo los frutos de todo el trabajo hecho anteriormente. La vida da vueltas.

—El inicio de este Eurobasket invita a soñar con cotas elevadas.
—Hemos empezado muy bien pero esto es muy largo. Ahora estamos perfectos, pero donde realmente hay que estarlo y no puedes fallar es en los cruces. Ahí tendremos que estar igual de bien. Ojalá podamos mantener el nivel todo el campeonato para luchar por las medallas.
—¿Esperaba algo más de lo que ha visto por parte de los rivales?
—Sí, sobretodo de Montenegro. Pensaba que sería un partido bastante más complicado. No teníamos la sensación aquella de pronosticar un partido fácil. Ves a los jugadores de Montenegro como Dubljevic, Tyrese Rice o Vucevic y tienen un equipo para plantarte cara. Pero nosotros hicimos un partido redondo. Y ante República Checa no hubo tanta diferencia de lo que esperamos a lo que pasó. Es cierto que tiene jugadores como Satoransky, pero también tiene muchas bajas. A lo mejor con el equipo completo hubiera sido un duelo más disputado.

—Aún con bajas como las de Llull o ausencias como la de Rudy Fernández, el grupo ha respondido de la mejor manera.
—Los jugadores que hay son buenísimos. Nombre por nombre son increíbles. Además, si se conforma un equipo como si fuera una familia, que es lo que somos aquí, donde fuera de la pista somos amigos y hay química, hace que sea una de las claves de los éxitos.

—¿Cómo se encuentra Álex Abrines tras retirarse por precaución en el primer partido?
—Se hizo un golpe en la rodilla en el primer partido. Fue a hacerse pruebas y no es nada grave. Los Oklahoma ponen un poco de problemas en que juegue y están hablando con él. Está claro que nosotros queremos que juegue porque Álex es un gran jugador que nos aporta mucho pero bueno a ver cómo se aclara esta situación.

—¿Está para jugar?
—Es como se sienta él. Por nosotros ojalá juegue. A ver qué le dicen desde Estados Unidos, supongo que entre el club y la selección se pondrán de acuerdo para hacer lo mejor para las dos partes.

—¿Pensaba en disputar una primera fase tan asequible?
—Nuestro grupo no es de lo más fuerte que hay. Igualmente, esto te afecta a la hora de los cruces porque el grupo con el que nos encontraremos es mortal. Están Rusia, Serbia, Turquía o Letonia. Serbia tiene un equipazo, Turquía juega en casa... Toque el que toque, será duro.

—Se comentaba que los Gasol no podían jugar juntos...
—Son compatibles. Los dos pueden jugar por dentro, por fuera y tienen buena mano. Si están bien da igual el equipo que haya delante. Compiten a otro nivel, enchufados.

—¿Se ha apostado algo si se cuelga una medalla?
—Me acuerdo que en la Copa y en la Eurocup aposté y perdimos, y en la final de Liga no hice nada y ganamos. Toca no decir nada. Soy supersticioso.

—¿La rutina maniática sigue?
—Es inevitable. Repito todo igual antes de un partido. Escucho la misma música con diez, doce canciones. También los mismos estiramientos y ejercicios de la espalda. En el partido, la manía de siempre: tocarme los cordones del pantalón.