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Hablar de baloncesto en Valladolid es hacerlo de Gonzalo García Téllez «Lalo García», el único jugador al que el club de su ciudad natal ha retirado su camiseta, la que se enfundó con el número 5 trece temporadas, y por ello este deporte está de luto tras confirmarse este martes su fallecimiento después de una desaparición de veintiséis días.

Montse, la madre de quien fue jugador internacional con España en ocho ocasiones, denunció su desaparición el pasado 5 de marzo ante la Guardia Civil, al no regresar a casa después de salir a dar un paseo sin teléfono móvil, dinero ni documentación, por lo que se inició una investigación para dar con su paradero.

Se barajaron multitud de hipótesis, se rastreó la zona del río y se visionaron grabaciones de las cámaras de seguridad distribuidas por Valladolid, al tiempo que se investigó cualquier prueba que aportaban los ciudadanos, la mayoría sin consistencia alguna. Pero no se halló nada.

Hace unas horas, unos piragüistas han encontrado en las inmediaciones del polideportivo Pisuerga, donde se vio por última vez al exjugador vallisoletano, el cadáver de un hombre que, según ha confirmado la Policía Nacional, corresponde al de Lalo García.

El exjugador no volvió a ser la misma persona desde que Fórum Filatélico, empresa en la que trabajaba como agente comercial y de la que fue accionista, fuera intervenida judicialmente en 2006, acusada de estafa, blanqueo de capitales, insolvencia punible y administración desleal. Allí estaban depositados sus ahorros y los de muchos familiares y amigos.

Su vida había sido el baloncesto, y precisamente ese mismo año regresaba a su club como director deportivo, tras haber sido miembro del Consejo en 2002 y presidente de la Fundación Baloncesto Valladolid, cargo que desempeñó hasta 2008 en que la entidad decidió prescindir de sus servicios.

Lalo García pagó el descenso del equipo en esa temporada y, con José Luis Mayordomo al frente del club, se despidió de éste tras alcanzar un acuerdo ambas partes.

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Entró a formar parte de la entidad morada en 1987, en categoría juvenil y debutó en la temporada 1988-89 de la mano de Pepe Laso, con sólo 17 años, para retirarse en la 2000-2001, después de trece temporadas de fidelidad a unos colores, ya que nunca salió de su ciudad.

El 20 de marzo de 2004 -el mismo día en el que cumplía 33 años- el club retiró su camiseta con el dorsal número 5 y la situó en lo más alto del pabellón Pisuerga. Nadie más ha llevado ese dorsal, en homenaje al jugador con más partidos disputados de la entidad morada -389-, con más minutos -8.353- y el máximo anotador -2.732 puntos-.

Además fue internacional con la selección de España júnior, con la que ganó la medalla de bronce en el Europeo de la categoría en Groningen (Países Bajos), subcampeón de la Copa Príncipe de Asturias en la campaña 1990/91 y ocho veces internacional con el equipo español absoluto.

También el Ayuntamiento de Valladolid quiso rendir su particular homenaje a la figura más destacada del baloncesto en la ciudad y puso su nombre al polideportivo ubicado en el barrio de Parquesol, que recordará para siempre su figura, su dedicación al baloncesto y, sobre todo, su gran humanidad.

Uno de los últimos premios que se le concedieron fue el Huevo de Colón que otorga la Fundación Andrés Coello, por su «afán de superación, su bravura y positividad» que se fueron diluyendo en el espíritu de Lalo García, víctima de una profunda depresión, que no pudo superar.

La mala suerte, tanto personal como laboral, se cebó en este grande en todos los aspectos, ya que no sólo destacó por su espíritu luchador en la cancha, sino también por su bondad y amabilidad fuera de ella. Su marcha deja un profundo vacío entre los seguidores del baloncesto de la ciudad.

Con la etiqueta #valladolidconlalo muchas personas han mostrado su afecto hacia el exjugador, quien en ocasiones había comentado a algunos amigos que «si las cosas seguían así, iba a cometer una locura», según ha recordado el que fuera su entrenador y amigo, Gustavo Aranzana, en el programa «Tirando a fallar».

Lalo García deja dos hijos, Álvaro y María, fruto de sus dos matrimonios, y también a una madre y una hermana, a muchos aficionados que le siguieron durante sus trece temporadas en el equipo vallisoletano y a un sinfín de amigos que hoy se muestran consternados ante el triste final del que fuera el mejor jugador de Valladolid.