El baloncestista del Barcelona y la selección española Álex Abrines conversa con el redactor de Ultima Hora en el transcurso de sus vacaciones en la Isla. | M. À. Cañellas

TW
0

Pocos jugadores de baloncesto pueden decir, con apenas veinte años, que son piezas notables dentro de los esquemas de uno de los mejores equipos del panorama continental y nacional: el Barcelona. Pero, además, a Álex Abrines Redondo (Palma, 1 de agosto de 1993) se le ha presentado una oportunidad única. Irrepetible. La progresión de uno de los grandes valores del deporte de la canasta más allá de una isla convertida en vivero de talentos se ha visto recompensada con un premio con el que muchos sueñan a lo largo de su vida.
El escolta azulgrana, formado en las categorías inferiores de La Salle Palma e hijo del que fuera jugador del Cáceres, Huesca, Fuenlabrada o Gran Canaria en la ACB, Gabriel Abrines, es uno de los doce elegidos para una cita con la historia. Álex tendrá la oportunidad de debutar con la selección absoluta en la Copa del Mundo de España 2014 (30 de agosto a 14 de septiembre). O lo que es lo mismo, compartir vestuario con los hermanos Gasol, Ricky Rubio, Calderón, Ibaka, o sus paisanos Rudy Fernández y Sergio Llull. Y lo hará dando forma a una cuota balear inédita -tres de doce jugadores- y con la meta de ayudar a cerrar de manera notable un ciclo único. Con una medalla si es posible, y sin renunciar a un oro que sería la mejor manera de abrir la trayectoria en la selección absoluta de un Abrines que es el estandarte del relevo generacional que se avecina. De hecho, su convocatoria fue la gran sensación en una lista que derrocha más acento isleño que nunca.

—¿Qué se siente a pocos días de hacer realidad un sueño como el de unirse a la selección absoluta, y con apenas 20 años?
—Hay nervios, es normal. Es la primera vez que voy con ellos, y no hay nada más arriba. Después de la Sub 18, viene la ub 20... y después la absoluta, y ya estamos aquí. Me ha llegado la oportunidad de trabajar con una generación que, tal vez, esté ante la última o una de las últimas competiciones que jueguen, y no puedo esconder que soy feliz. Me siento un privilegiado, aunque a la vez, estoy nervioso. Esto es mucho, es muy fuerte.

—Orenga ya le comentó que contaba con usted, pero supongo que la sorpresa fue mayúscula cuando le confirmaron que era uno de los doce elegidos...
—Al principio no me lo creía. Tenía la idea de que sería uno de los invitados, pero de golpe, estaba en el Palau y me encontré el móvil lleno de mensajes. Me quedé de piedra, sin palabras... Al pasar el tiempo lo he asimilado y espero poder aprovecharlo. Es una oportunidad única y me gustaría ayudar a ganar una medalla. Quiero ganar una medalla, como todos.

—¿Es más especial por ser un Mundial, en España y junto a un grupo único en la historia del baloncesto en este país?
—Debutar con la absoluta en casa, en un Mundial... Suena fuerte. Esa suerte no la tiene todo el mundo y a mí me ha tocado. Estoy contento por lo que supone para mí y mi carrera profesional, pero también porque será más fácil que familiares y amigos puedan venir a verme a Granada o a Madrid y así poder compartir con mi gente algo tan especial para mí, pero también para ellos.

—Pau y Marc Gasol, Calderón, Navarro, Rudy, Ricky... y Álex Abrines. ¿Le impresiona este equipo?
—A cualquiera. Muchos de ellos son parte de la historia del deporte y del baloncesto español, pero también mundial Ahí están sus resultados y sus carreras. Yo tengo claro que debo adaptarme a la dinámica del grupo, ganarme los minutos, dar rotaciones, aportar energía por mi juventud y aprender todo lo que pueda. Los partidos de preparación me servirán para coger rodaje, porque es un equipo que lleva muchos años jugando junto y lo hace de memoria.

—Con el historia de la selección se les exige una medalla. ¿Se puede soñar con el oro?
—Con el equipo que tenemos podemos ganar medalla sin problemas. Hay grandes selecciones, como Estados Unidos, que para todos siempre es la más pelgrosa, Francia o Brasil. Pero por nombres, experiencia y motivación, se nos debe tener en cuenta siempre. Por eso, y porque España juega en casa y debe aspirar a todo, incluso a la medalla de oro. Y a mí me ilusiona ayudar a conseguir una medalla en un Mundial, un torneo que me enorgullece poder disputar.

—¿Se le ha pasado por la cabeza el poder estar también en los Juegos de Río 2016?
—Hasta ahora, hacíamos un poco de broma con los amigos y la familia, diciendo que mi reto era llegar a la selección para los Juegos Olímpicos, por la edad, más que nada... pero me ha llegado antes la ocasión. Está más cerca que nunca, pero no puedo bajar la guardia. Estar en unos Juegos es el sueño de todo deportista, y uno de los míos también, pero hay que ir paso a paso, si toca, ya llegará el momento.

—Usted es el exponente del relevo generacional que vive este vestuario, y que debe crecer con el paso del tiempo. ¿Supone eso una mayor presión?
—Es todo un honor poder entrenar, convivir, jugar y estar en una Copa del Mundo, en España además, con estos jugadores, que son ídolos para cualquier al que le guste el baloncesto. Es un sueño hecho realidad para un chico de mi edad. El relevo puede que empiece por mí, pero también están ahí Dani Díez o Guillermo Hernangómez, que van ahora como invitados, pero que tarde o temprano creo que estarán también. Cuanto antes entren esos jugadores jóvenes, mejor será ese relevo.

—Resulta curioso que el 25% de los seleccionados son nacidos en las Balears...
—Creo que es la prueba de que aquí no se hacen mal las cosas a nivel de cantera, pese a no tener un equipo en la ACB, y la verdad es que sí, resulta especial y suena bien. Ahora salen buenos jugadores que tienen la oportunidad de dejarse ver y progresar en canteras importantes. Y la muestra final somos nosotros tres.

—¿Qué le dicen los nombres de Rudy Fernández y Sergio Llull como jugadores?
—Son dos referentes en el mundo del baloncesto. Ellos han seguido los pasos que estoy pisando yo ahora y lo han aprovechado. Tengo mucho que aprender de ellos en la selección, porque su ejemplo es válido para mí.

—¿Ha podido conversar últimamente con el seleccionador, Juan Antonio Orenga?
—Me llamó cuando salió la lista y me felicitó. La verdad es que le estoy agradecido por confiar en mí. Él no podía decirme nada antes de la rueda de prensa porque yo estaba jugando por el título de Liga con el Barça. Me comentó que, desde el mes de enero, cuando ya habló conmigo, había cambiado su forma de verme, me dijo que había progresado y creía que era el momento para darme la oportunidad, sabiendo cuál será mi protagonismo dentro del grupo. Estar aquí ya es un premio, un objetivo cumplido.

—Con el Barça, ¿el final de la temporada les deja un buen sabor de boca?
—Si no hubiéramos ganado la Liga, todos habrían dicho que era una mala temporada, sin títulos. Esta victoria lo ha cambiado todo, y si miras hacia atrás, no es tan negativa la campaña. Hemos jugado la final de la Copa del Rey y la perdimos en el último segundo; disputamos la Final Four de la Euroliga, donde tuvimos un mal día, y en la Liga, cerramos el año con la victoria en la final. A un club como el Barcelona se le exigen títulos y victorias, pero creo que el balance es bueno desde el punto de vista del jugador.

—Personalmente, ¿cree que ha sido el año de su consolidación como azulgrana?
—Estoy contento. Sé que hay competencia porque es un equipo diseñado para luchar por todo, pero con veinte años, tener esta ocasión y la confianza del entrenador, es un lujo. Yo trabajo al máximo para ganarme cada minuto en pista y veo que mi esfuerzo encuentra recompensa.

—¿Qué opinión le merece este calendario tan cargado a nivel de clubes y selecciones?
—Pienso que algo tiene que cambiar. No puede ser que de los doce meses del año, sólo descansemos dos o tres semanas. A la gente joven todavía no le pasa factura, pero cuando llevamos unos años sin parar, el desgaste es importante. Se hace muy largo y eso provoca que, en ocasiones, haya jugadores que deban renunciar a algunas competiciones. Se tendría que hablar, es necesario para todos.

—Mallorca vuelve a tener un lugar en el mapa nacional gracias al Palma Air Europa dentro de la LEB Oro. ¿Cómo se ve desde fuera este resurgimiento?
—Es una buena noticia, para la isla y para la afición. Síntoma de que se hacen bien las cosas. Ahora, hay que apostar por gente de aquí, que tenga la oportunidad de mostrarse en una liga tan exigente como la LEB Oro. Y también es una bueno para la gente a la que le gusta el baloncesto, para que pueda disfrutar de una competición de nivel, y quién sabe si algún día de un equipo en la ACB. No es fácil, pero se van dando pasos, y con un pabellón como Son Moix hay argumentos para soñar con ello.