Onésimo Sánchez, despedido la semana pasada como entrenador del ATB, explica que estaba convencido de que con él «el equipo se iba a salvar».

TW
2

El 19 de diciembre se hacía oficial el fichaje de Onésimo Sánchez por el Atlètic Baleares. El pasado 13 de febrero era despedido un día después de la derrota del equipo blanquiazul en el Estadi Balear ante el Cornellà por 2-3. En total, Onésimo ha estado 56 días en el cargo donde el entrenador vallisoletano y obtuvo una victoria, dos empates y tres derrotas. «El lunes por la tarde después del partido contra el Cornellà me llamó Patrick (Messow, director deportivo del club) para comunicarme que dejaba de ser entrenador del equipo. Para mí fue una sorpresa y también un error porque estábamos en una fase de trabajo positiva a pesar de las dificultades que me he me encontrado desde que llegué».

Onésimo explica cómo ha sido su relación con el presidente del club, Ingo Volkmann. «Lo he visto dos veces, en las dos ocasiones que vino a un entrenamiento y en total habremos hablado siete minutos. Eso ha sido todo. Él es el dueño del club y como se dice, donde hay patrón, no manda marinero», dice en referencia a su destitución. El pasado domingo debutó José Antonio García, Tato, en el banquillo del ATB, el cuarto en esta temporada tras Jordi Roger, David Sierra y el propio Onésimo. A pesar de que Tato era el preparador del Santanyí, filial del ATB, Onésimo indica que su relación era inexistente. «Nos presentaron un día y ya está. Como hemos tenido muchos lesionados, cuando debía incorporar a algún jugador del filial hablaba con la secretaría técnica y me enviaba lo que necesitaba», explica.

Problemas

El técnico vallisoletano ha expuesto las dificultades que ha tenido en estos casi dos meses de trabajo. «Se fueron ocho jugadores y llegaron otros ocho y a cinco de ellos sólo les he podido entrenar tres días. Lo que he tenido que hacer ha sido confeccionar un equipo nuevo. Además, hemos tenido varias lesiones. No quiero que suene a excusa, pero ha sido la realidad que he vivido y en esta situación se requería más tiempo y paciencia».

En la rueda de prensa posterior al encuentro con el Cornellà, Onésimo pronunció una frase que no gustó en las altas esferas de la entidad. «No estoy convenciendo de lo que yo quiero transmitir a mis futbolistas», dijo. El entrenador vallisoletano quiso aclarar el sentido de la frase. «Se ha sacado fuera de contexto porque me refería al partido que habíamos jugado, no a la labor del día a día». En ese mismo encuentro sorprendió su decisión de incluir en el once a Carlos Julio en detrimento de Laure en la banda derecha. «Pensamos que era el jugador idóneo para el partido que planteamos, pero también entiendo que se pueda pensar que me equivoqué».

Onésimo está seguro de que el trabajo que estaba realizando iba a dar sus triunfos más tarde que temprano. «Estoy seguro de que nos habríamos salvado. En la mayoría de los partidos hemos sido mejores que el contrario en diversas fases del encuentro, pero luego nos han penalizado mucho errores puntuales o decisiones discutibles como la expulsión de Lucas Díaz contra el Eldense (líder de la categoría) cuando íbamos dominando el encuentro». Onésimo vio el pasado domingo la derrota del ATB frente al Castellón, pero no quiso valorar el encuentro y respecto a si alguna vez le había despedido a los seis partidos, explicó. «Nunca. Es más, yo soy de los que suelen durar en los puestos y ahí está mi trayectoria».

Punto de vista
Carlos Montes de Oca

Ingo y su corte

Carlos Montes de Oca

Ingo no confiaba en Onésimo. Como en su día no era partidario del fichaje de Eloy Jiménez. Sin embargo, su corte le convenció y el propietario se fió (otra vez) de sus adláteres. Siete minutos es el tiempo que -según confesó ayer el técnico vallisoletano- le ha dedicado el jefe a su entrenador durante el mes y medio que ha permanecido en la Isla. Con el equipo en la UVI y el equipo caminando por el precipicio, tampoco parece muy serio que la propiedad y Onésimo apenas departieran un par de palabras antes de un par de entrenamientos. Quizás la próxima vez, Ingo se lo piense antes de hacer caso a su corte...