Imagen del entrenador del Atlético Baleares, Onésimo Sánchez, posando para este periódico en el Estadi Balear tras un entrenamiento del equipo blanquiazul en Palma. | Pere Bota

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Onésimo Sánchez (Valladolid, 1968), nuevo entrenador del Atlético Baleares, respira fútbol por los cuatro costados. Tras una carrera como futbolista en el Valladolid, Cádiz, F.C. Barcelona y Rayo Vallecano, entre otros equipos, siguió en el mundo del fútbol como entrenador y ha dirigido a conjuntos en todas las categorías, desde Preferente a Primera División. Como futbolista, destacó por sus regates imposibles.

—¿Hace mucho que no tira un ‘caño’?
—Qué tiempos aquellos... Pero el ‘caño’ no bastaba con tirarlo, había que quedarse con la pelota. Lo mejor para un enamorado como yo del fútbol es ser futbolista, aunque ahora también disfruto mucho. Pero soy entrenador porque ya no puedo ser futbolista, y ahora ya llevo más años de entrenador que de jugador.

—¿Hay algún jugador en el fútbol actual que le recuerde a usted?
—Quizás Abde, del Barcelona, que ahora está cedido en Osasuna. Es un jugador que encara, que busca el uno contra uno... no hay muchos de su estilo. Quizás es porque, lo que para mí es un error, que es que en las escuelas de fútbol les están quitando estas cualidades a este tipo de futbolistas. Lo que habría que hacer es mejorárselas, pero no quitárselas.

—¿Sobran jugadores ‘máquina’ y faltan artistas?
—No creo que ésa sea la cuestión. La evolución está bien: se entrena mejor, se come mejor, el postentreno y el preentreno es mucho mejor que en mi época. La involución es no sacarle todo el talento al futbolista. Desde la base ya se dice ‘Suéltala’, ‘dos toques’ y todo está más robotizado y se pierde la improvisación y el talento natural.

—¿Qué diferencia hay entre entrenar en Preferente o en Primera División?
—Cuanto más abajo estás, más entrenador eres. Más tienes que ayudar, corregir, proponer...Cuanto más arriba estás, es más un trabajo de coordinar, gestionar, ser psicólogo, y tener en cuenta que cuanto más alta es la categoría, más rápido sucede todo en el terreno de juego.

—¿Su mayor decepción como entrenador fue cuando el Celta no contó con usted para entrenar al primer equipo?
—No fue una decepción porque nunca fue un objetivo. Firmé para estar en el filial y fueron casi tres temporadas muy buenas. Estoy contento y agradecido al club.

—¿Qué le está faltando para haber entrenado más en Primera?
—Ofertas. En fútbol no sabes porqué sí y porqué no. Yo siempre he sido una persona muy optimista y quizás como futbolista me lo dio todo muy joven y como entrenador quizás me lo dé más mayor. Pero estoy contento con mi trayectoria porque de los últimos 20 años he tenido equipo en 17. ¿Que creo que podría haber entrenado a más equipos de Primera? No tengo duda. Quizás el problema es que sea un entrenador de campo y menos de despacho y oficina y eso te puede perjudicar.

—¿Qué le ha parecido el Mundial?
—Ha sido un Mundial atípico por todo y no creo que haya sido de los mejores porque le ha faltado lo más importante que es fútbol. Han faltado equipos protagonistas con la pelota, que fueran más de propuesta que de espera...pero ése es mi gusto. Al fútbol se puede jugar bien de muchas maneras.

—¿No le compensó la final?
—En este tipo de torneos la final es fácil que sea más atractiva porque hay mucho cansancio físico y mental y es fácil que se dé un partido abierto.

—España sí propuso, ¿no?
—España era una selección a la que le cuesta mucho jugar contra alguien que no propone y ahí estuvo el margen de mejora. Yo creo que España podría haber ganado el Mundial y tengo la impresión de que cuanto más hubiera avanzado, más peligrosa era.

—¿Le interesa el debate Pelé-Messi-Maradona?
—Me parece algo ficticio porque son épocas diferentes y no se pueden comparar. Son jugadores diferenciales en su época, pero si me tuviera que mojar diría que la época de Maradona fue más complicada por todo, sobre todo porque no se protegía tanto al jugador como ahora. Se daban unas patadas tremendas que a veces no se señalaba ni falta.

—Usted venera a Cruyff.
—Es que fue un genio, para lo bueno y para lo malo. Más que la importancia de ganar o perder, su legado fue que cambió el estilo de jugar a fútbol. Yo llegué al Barça joven pero con experiencia y nunca vi antes lo que él proponía.

—¿Siempre pondría a Onésimo en sus equipos?
—Siempre lo tendría entre los convocados. Luego para jugar tendría que espabilar.

—¿Al final consiguió regatear a su sombra?
—Al principio jugaba más para divertirme y luego entendí que había que jugar para el equipo y ganar. A mí me gustaba juntar a dos o tres rivales y regatearles. Yo era capaz de levantar al público de sus asientos para aplaudirme, para silbarme, para cambiarme, para llamarme chupón, y todo en el mismo partido. Y a veces me decía el entrenador: «sal, encara y juégatela», cuando en el partido anterior me había cambiado por haber hecho exactamente eso.