Imagen del once del Atlético Baleares para enfrentarse al Cornellà. | ATB

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El Atlético Baleares 2022-23 no carbura. Sus prestaciones en el arranque del curso dejan al descubierto un balance escaso para un proyecto diseñado para competir con los mejores y el revolcón en Cornellà agrava una situación que ya es de las peores de los blanquiazules después de consumirse los primeros cuatro episodios del campeonato. Tanto las estadísticas como las sensaciones que transmite el equipo no son el inicio soñando en una categoría que vuelve a presentarse especialmente igualada y exigente y en la que los balearicos ya han sentido el malestar de su gente.

Los tres puntos acumulados hasta la fecha después de tres empates ante Osasuna a domicilio y Real Unión de Irún y Castellón en el Estadi Balear y una derrota en Cornellà son el cuarto peor registro del Atlético Baleares en las 18 temporadas que ha militado entre Segunda B y Primera Federación. Los blanquiazules sólo empezaron peor los cursos 1989-90 y 2008-09 sumando un punto a estas alturas del campeonato y la temporada 2014-15 en la que acumulaban dos tras cuatro partidos. En los dos primeros casos el ATB acabó perdiendo la categoría.

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Otro de los datos que reflejan las dificultades que está teniendo el Atlético Baleares para ganar partidos es su acierto de cara a la portería rival. Dos goles en 360 minutos le colocan entre los peores de la liga y se convierten en la segunda peor marca de los casi 20 años en los que los balearicos han transitado por el tercer peldaño del fútbol nacional. Sólo en la campaña 2012-13 habían alcanzado la cuarta jornada marcando menos de dos goles. Si a ellos se suma que solo ha dejado la portería a cero en el primer partido entonces las cuentas denotan sus problemas en las dos áreas.

La puntuación actual es similar a la que ya cosechó Jordi Roger en su primera etapa en el banquillo blanquiazul. Un triunfo, un empate y dos derrotas, por lo tanto cuatro puntos, fueron su bagaje en la campaña 20-21 en la que acabaría siendo destituido. Sumando sus cifras en estas dos etapas el balance es de seis victorias, ocho empates y siete derrotas en los 21 encuentros que ha dirigido.

Con problemas para asegurar su portería y más dificultades para perforar la rival, el Atlético Baleares deja la sensación de estar buscando su verdadera identidad. El cambio de sistema en el último partido para jugar con un 4-4-2 después de arrancar los primeros partidos con un 3-5-2 pueden interpretarse como disponer de riqueza táctica o también como cierta indefinición sobre lo que se busca. La idea expresada por el propio Jordi Roger antes del inicio de la competición oficial era la de ser un equipo que presione alto y sea protagonista con el balón y ambicioso. Las lesiones, la falta de ritmo y el hecho de ser la plantilla más veterana de la liga no han contribuido a las mejores prestaciones físicas para desarrollar una propuesta carente de ritmo y con escaso desborde en el uno contra uno.