Alberto Villapalos, futbolista del Atlético Baleares, en el suelo junto a Willam, jugador del Cartagena, en el partido de la primera eliminatoria.

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El Atlético Baleares se reinicia por exigencias del guión. Vuelve a empezar de cero en la jungla del playoff el conjunto de Mandiola, que gastará esa bala extra que le concede la corona de campeón de su grupo. Tocado, aunque todavía a flote, el equipo blanquiazul debe formatear del disco duro la fallida eliminatoria contra el Cartagena para situarse otra vez frente a las puertas del cielo y no perder el hilo de un deseo que persigue desde hace casi seis décadas. Para hacerlo, ya sin red que lo proteja de otra posible caída, tiene que borrar del mapa a un viejo conocido como el Cornellà, que llegará a la cita tonificado y con las uñas afiladas después de una refriega contra el Ibiza de la que salió muy reforzado. La victoria metería a los mallorquines directamente en la final del domingo y mantendría encendido el sueño de abordar la Segunda División. La derrota, en cambio, apagaría de golpe el proyecto y aplazaría la escalada, como mínimo, otra temporada (Estadio Antonio Lorenzo Cuevas, Footters e IB3, 20.00 horas).

No han sido días fáciles para el ATB, obligado a recomponer la figura entre los muros de su concentración malagueña después encajar la derrota más desgarradora del último año. Los de la Vía de Cintura, como pasó en 2019 contra el Racing o en 2012 frente al Mirandés, volvían a quedarse clavados ante la aduana de la categoría de plata después de que el Cartagena, con el que ha compartido objetivo durante un buen puñado de temporadas, le arrebatara la gloria en una tanda de penaltis que lo llevó todo al límite. En ese contexto, Mandiola ha tenido una doble misión durante los últimos días. Por un lado, preparar la batalla contra un Cornellà que tras el cambio de grupo había salido del radar blanquiazul. Y por el otro, recuperar física y anímicamente a un grupo que necesita mantener la fe para no arrojar por la borda el esfuerzo de un montón de meses.

La derrota del domingo no ha dejado grandes secuelas en forma de lesiones, aunque pusiera a prueba el depósito de una plantilla que llevaba desde marzo sin competir. Y una vez superada la conmoción inicial de caer en el primer escalón, el ejemplo a fotocopiar es el de la campaña anterior. Después de caer a manos del Racing en una confrontación que llegó a tener bajo su manto, se quitó de encima al Melilla y se ganó el derecho a participar en un tercero y definitivo cruce que estuvo a punto de cambiarle la vida. Luego le faltaron unos milímetros para concretarlo, aunque esa es otra historia que ya revisará, si es necesario, en el caso de atravesar la pared con la que intentará cortarle el paso el Cornellà.

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En principio, el once que alinee Manix no debería distar mucho del que compitió el domingo sobre la alfombra de La Rosaleda. Ni siquiera bajo el larguero, donde el cambio de Xavi Ginard por Manu Herrera levantó algo de polvo por la manera en la que se produjo y sus escasos resultados. El veterano portero madrileño, que fue el primer sorprendido por la sustitución, tiene la obligación de sellar la portería balearica como hizo contra el Cartagena o durante la temporada regular, en la que el ATB se consolidó como el segundo equipo más fuerte a nivel defensivo de todo el grupo I.

Las otras permutas que podrían darse en las filas blanquiazules son la entrada de Luca Ferrone en el lateral en lugar de Borja San Emeterio o la de David Haro en la posición de Samuel Shashoua.

El Cornellà, por su parte, se siente más fuerte que nunca. En su primera intervención se quitó de encima a uno de los cocos de esta promoción exprés y ha tomado el impulso necesario para seguir soñando. Al menos, para meterse en la final y estrechar el cerco sobre un ascenso que se le resiste. Llegados a este punto, los de Guillermo Fernández Romo pretenden replicar una nueva gesta a costa de otro aspirante isleño y acercarse a una hazaña que tiene a solo dos partidos.