Samuel Shashoua intenta superar a un rival en un partido de la presente temporada. | J.A.Ruiz

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Hoy no es un día cualquiera en Son Malferit. El Atlètic Baleares pone en juego su primera defensa del liderato -que le arrebató ayer de forma provisional el Villarreal B con su agónico empate ante el Peralada- contra un rival de órdago y en un escenario que se ha abonado a la fiesta en el presente campeonato.

El Barcelona B desafiará esta mañana (12.00 horas, Son Malferit) los extraordinarios números que presenta la escuadra de Manix Mandiola en su centro de operaciones. Once victorias, un empate y una derrota avalan la trayectoria de un Atlètic que en apenas un año le ha dado la vuelta al calcetín. Hace poco más de doce meses, con el equipo desfilando por los suburbios de la clasificación, el club blanquiazul entregó todo su destino a la experiencia de Manix.

Con el de Eibar sentado ahí abajo, el ATB asomó la cabeza a la superficie para lograr una salvación agónica. Un año más tarde, se viven días de vino y rosas por Son Malferit. Un lustro después, el Atlètic se ha situado en el ático del Grupo III de la Segunda División B. La gente acude al campo con otro semblante. Con un aire de optimismo porque sabe que sus jugadores se dejarán la piel sobre el césped. Quizás no sea el fútbol más vistoso, pero sí el más efectivo. El ATB exprime al máximo la pizarra, las acciones a balón parado, para abrir el zurrón y defender con el cuchillo entre los dientes.

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Porque el manual de Manix entiende más de músculo que de imaginación. De esfuerzo colectivo y de trabajo en equipo. Y la fiel hinchada blanquiazul, que hoy llenará las gradas a pesar de ser Día del Club y de que los socios deberán rascarse el bolsillo, agradece ese estilo del equipo y el discurso directo de Manix.

La inmaculada trayectoria en casa (diez triunfos y un empate en sus once últimos partidos como local) y el triunfo de la pasada jornada en Cuenca -unido al bache del Villarreal B- impulsaron al Atlètic al liderato casi cinco años después de su última visita a la estancia más preciada de la clasificación. Durante la semana, el optimismo se ha instalado en el vestuario blanquiazul, aunque desde la caseta también han dirigido un discurso marcado por la prudencia porque «todavía queda mucho».

La visita del Barcelona B se antoja como una oportunidad ideal para descartar ya a un rival en la lucha por las posiciones de playoff de ascenso. En caso de victoria, el Atlètic aventajaría en 13 puntos más el golaverage al filial azulgrana. «Es uno de esos partidos que valen más de tres puntos», apuntan en la caseta local de Son Malferit.
Para intentar mantener la buena dinámica, es probable que Manix recurra de nuevo a su once de gala en casa.

El técnico apostará por el alemán Carl Klaus, en su mejor momento como portero blanquiazul, bajo los palos. En la zaga, el regreso de Kike López al lateral derecho tras cumplir un partido de sanción provocará un cambio en la pizarra, ya que José Peris, que selló el triunfo en Cuenca, ocupará la banda izquierda. En el eje de la zaga, la pareja de moda formada por Guillem Vallori y Álvaro Vega, que son dos de los protagonistas de la defensa menos goleada del fútbol profesional español en lo que va de 2019. Solo un gol encajado en siete partidos convierten al ATB en uno de los conjuntos más sólidos del país.
En la sala de máquinas, Alberto Villapalos aportará trabajo, recorrido y fuerza, mientras que Francesc Fullana tratará de repartir las cartas con criterio.
Por la orillas correrán Canario y el inglés Samuel Shashoua. Arriba, es probable que Manix apueste de nuevo por Marcos Jiménez de la Espada, en detrimento de Yelko Pino -titular en Cuenca- para formar la sociedad del gol junto al gambiano Nuha Marong, el mejor realizador del equipo con 6 goles, aunque solo suma una diana en 2019. El liderato no ha cambiado la forma de ser ni de pensar de Manix, un tipo acostumbrado a las batallas y que no se deja llevar por la euforia. «El Barcelona B, si tiene un buen día, nos puede dar un buen repaso porque tienen calidad y talento para ello», advirtió el técnico para frenar la euforia.