Imagen del que fuera portero del Atlético Baleares Miguel García Melián durante tres temporadas a finales de los sesenta. | UH

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Uno de los cánticos que dan forma a la banda sonora de los partidos de Son Malferit clama que «el día que me muera, yo quiero mi cajón, pintado azul y blanco, como mi corazón». Un deseo que expresó antes de fallecer el que fuera guardameta blanquiazul Miguel García Melián, al que hoy se rendirá homenaje en los prolegómenos del encuentro que enfrentará a su Atlético Baleares y al Peralada.

Miguel García falleció el pasado domingo a los 76 años y por expresa voluntad suya fue enterrado con la bandera del Atlético Baleares en su tierra, Canarias. Jugó en el Atlético Baleares en los sesenta y fue tan grande la huella que le dejó el club que manifestó su intención de descansar acompañado por los colores que defendió con los Pepito, Ramón, Taberner o Tauler.

Desde la entidad blanquiazul y en colaboración con los veteranos del club que preside Sion Rotger se le hizo llegar la bandera del Atlètic que reposa para siempre con el meta. Hoy su hermana y dos de sus hijas estarán presentes en Son Malferit, donde se brindará el último tributo a Miguel García, por el que se guardará un minuto de silencio.

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Antes de su último adiós otro de los anhelos del portero canario fue que una parte de él permaneciera también vinculada a la que fue su casa. Miguel García, que fue incinerado, también manifestó que quería que parte de sus cenizas fueran esparcidas en el Estadi Balear, donde el club se había instalado hacía apenas unos años cuando llegó y era la envidia de muchos equipos que visitaban el feudo blanquiazul.

Miguel García fue uno de los pocos jugadores de fuera que formó parte de la plantilla del curso 1967-68 integrada en un gran porcentaje por futbolistas de la Isla y que rebosaba juventud, ya que tenía una media de edad de 20 años, tal como apunta Antoni Salas Fuster en su libro ‘L’Atlètic Baleares. Una història de supervivència’. En la temporada 67-68 los balearicos disfrutaron del campeonato de Tercera División mandando con gran autoridad, pero se quedaron a las puertas del ascenso al caer en las eliminatorias con el Portuense.

Fue la primera de las tres temporadas en las que militaría en el Atlético Baleares, del que se despidió en 1970. Por el camino la reestructuración de las categorías llevó al ATB a competir con rivales catalanes y valencianos más allá de los múltiples representantes de las Islas. Dejó muy buen recuerdo en la entidad y entre la parroquia blanquiazul, una estima recíproca que le ha llevado a cumplir su último deseo.