Imagen captada durante uno de los ejercicios habituales que realizan los agentes de la Policía Local de Palma en la galería de tiro. | R.L.

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Gerónimo Urrea es agente de la Policía Local de Palma y uno de los monitores de la galería de tiro en la que, el pasado 7 de mayo, un agente se disparó accidentalmente en la pierna cuando enfundaba su arma tras un ejercicio práctico. Aunque, afortunadamente, la herida no fue grave; el manejo de armas conlleva una inmensa responsabilidad regida por minuciosos protocolos que determinan si un tiro accidental puede acabar o no con un resultado letal.

Parte de estos protocolos pasan, por ejemplo, por la obligación de portar chaleco antibalas en el interior de la galería; «en Palma, hace unos años que la práctica de cualquier ejercicio debe llevarse a cabo obligatoriamente con chaleco antibalas, todo personal operativo debe tener asignado uno y si no lo tiene, nosotros se lo proporcionamos para que puedan realizar las tiradas», explica el agente Urrea.

El disparo accidental del martes 7 de mayo requirió la puesta en práctica de todos los protocolos existentes en los que se establece que los dos monitores que se encontraban presentes junto a los cuatro agentes de policía que realizaban el ejercicio, fueran los que se ocuparan del herido y dirigieran, de algún modo, la intervención. «Aunque haya policías de mayor rango, en una situación así los máximos responsables de lo que ocurre ahí dentro somos los monitores de tiro, son los encargados de dar las directrices y no por devaluar o hacerse más que otros compañeros sino porque nos encontramos ante una situación que el monitor controla y sobre la que tiene formación específica».

«En la galería de tiro se efectúan muchos disparos y es posible que haya un accidente»

En el momento en el que el compañero resultó herido, además de atenderle rápidamente, se indica a uno de los policías presentes que acerquen el botiquín, ubicado a unos 25 metros, como máximo, de la zona de tiro. A otro de los policías se le encarga dar aviso al 061 para pedir atención médica urgente y comisionar una unidad policial que acuda también a la galería. Uno de los monitores, el que no se encuentra con el herido, se encarga de asegurar y controlar el arma de fuego que se ha disparado. «Es imprescindible asegurarse de no provocar otro accidente, si estás actuando con el herido y hay un arma de fuego sin controlar allí en medio, alguien podría pisarla, darle una patada, dispararla de nuevo, etc», explica el monitor.

El botiquín se incorporó a las galerías desde hace tres años. Se trata de un equipo específico que además de contar con material variado como gasas, vendas o esparadrapo, se prepara también con torniquetes o agentes hemostáticos que puedan controlar las heridas o lesiones de un disparo fortuito. "Los monitores evalúan la situación, en el caso que nos ocupa se valoraron los medios disponibles y no fue necesario contar con el torniquete o con otros elementos, no había una hemorragia abundante. Se taponaron las dos entradas, el orificio de entrada y salida de la bala y se esperó a la dotación sanitaria».

El botiquín se ubica a 25 metros máximo de la zona de tiro para poder recurrir a él lo antes posible

Gerónimo explica los detalles de la intervención con el máximo protocolo y minuciosidad; es consciente, como sus compañeros, de la peligrosidad de un arma de fuego y del cumplimiento de las normas como seguro de vida. Para la policía, la formación es un arma igual de importante, o incluso más, que las que disparan. «En la academia de policía se recibe formación sanitaria pero a efectos de los monitores de tiro, decidimos centrarnos mucho más en las repercusiones de una herida de bala ya que en la galería se efectúan muchos disparos y es posible que haya un accidente». Urrea recuerda con tristeza incidentes como el que ocurrió en la Guardia Civil de Baeza, en el que murió un agente y otro resultó herido; «en vista a lo que nos rodeaba, decidimos ampliar nuestra formación y contar con personal sanitario militar que se había desplegado en varias ocasiones en conflictos armados y que no sólo tenía el conocimiento sino también la práctica para darnos esa formación que necesitábamos», recuerda.

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Lo que ocurre después de un tiro accidental

Un arma policial no puede dispararse sin que posteriormente se haga un detallado informe sobre el porqué, sea de servicio o sea durante un ejercicio, como cuando resultó herido el agente de Palma. «Los monitores responsables desarrollan un informe exhaustivo de lo ocurrido; en este caso se trató como un accidente laboral y se elevaron las decisiones pertinentes a la Jefatura. Ese informe debe evaluarlo todo, la capacidad del compañero, la del arma, la del ejercicio y sacar luego conclusiones». Urrea explica que los accidentes «pueden suceder», aunque explica que cuando suceden van ligados a una infracción en las normas de seguridad. «Todo suceso conlleva una responsabilidad, más si cabe en las armas de fuego, hay que tener sumo cuidado porque pueden conllevar una vida», afirma tajante.

El agente herido debe pasar posteriormente por un gabinete psicológico que se encargará de evaluar sus capacidades y su estado psicofísico. Asimismo, deberá pasar por una evaluación individualizada para conocer qué problema pudo tener el policía para sufrir el accidente. «En ningún caso se hacen estas pruebas porque no nos fiemos de él, es para poder detectar qué ha ocurrido y tener información personalizada; una vez se le devuelva su arma, volverá a participar en los ejercicios y a disponer de ella con toda normalidad».

Esos estudios permiten a la Policía Local de Palma conocer los entresijos del accidente y detectar si se ha producido algún tipo de negligencia, sea personal o administrativa; si así fuera, se dará parte a la unidad de 'Asuntos Internos', los encargados de actuar en situaciones irregulares. Afortunadamente, lo que ocurrió el 7 de mayo, no es habitual, y cuando ocurre, no alcanza niveles de gravedad. «Desde 1996 hasta hoy en día, no ha sido necesario utilizar el material sanitario más específico pero eso no quita que no debamos poseerlo por si ocurre, lo que todos deseamos es que nos caduque por falta de uso», dice acertadamente el agente.

De hecho, las heridas a causa de un disparo pueden pasar de ser heridas de entrada y salida por tejido muscular que no afectan a la movilidad ni tengan repercusión física alguna, «como lo que le ocurrió al compañero», a provocar una hemorragia masiva que «si nos toca una arteria y no se actúa en menos de 30 segundos puede ocasionar la muerte; el chaleco antibalas protege el tórax pero si el disparo es en la pierna y coge la femoral, te desangras», advierte el monitor.

Ejercicios y un poco de historia

Los agentes de la Policía Local de Palma realizan dos tiradas obligatorias anuales, una por semestre. Los monitores son los encargados de decir cuáles serán los ejercicios que las compondrán en base a lo que consideran conveniente desarrollar, siempre dirigidos a mejorar la seguridad y la pericia que se tiene con el arma. La base para la mejora de los ejercicios es, sin duda, la repetición de los mismos. «En el 2024 se han dispuesto varios ejercicios, unos que efectuamos ante las siluetas, disparando a ocho metros con el objetivo fijo y otros efectuando tres disparos a objetivos en movimiento y adquiriendo después distancia», describe Urrea.

Las armas son cada vez más modernas y también lo son las protecciones, incluso las baldosas técnicas que forran la galería de tiro que absorben las esquirlas que provocaban antes los disparos en la madera. «Todo usuario de la galería debe portar, como mínimo, protecciones oculares y auditivas para atenuar el ruido de la detonación y para proteger los ojos del rebote; hoy ya no hay tantas esquirlas por los materiales de la galería de tiro pero se deben llevar igualmente los protectores».

El agente Urrea se muestra satisfecho por el trabajo realizado durante los últimos 20 años, ya que si antes las horas destinadas para aprender el uso y manejo de las armas era de tres o cinco horas, ahora se dedican más de sesenta. «Se ha visto la necesidad del empleo correcto de una herramienta potencialmente peligrosa, si mantenemos siempre la misma disciplina y control de la seguridad, los errores no tendrían que existir ni ocurrir, pero ocurren, igual que un accidente de tráfico», concluye.