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La entrevista de Joan Serra con Guiem Matas que publicó este viernes Ultima Hora es un reflejo fiel de lo que es la Reyal Acadèmi de sa Llengo Baléà, que él preside y representa. No se le puede hacer al señor Matas ningún reproche por su obstinación y entusiasmo. Yo le felicito. Hay que poder opinar sobre ovnis, los marcianos, el yeti, la nacionalidad de Colón, el hombre en la Luna y la unidad de la lengua, faltaría más. Sin ir más lejos, el Antiguo Testamento está repleto de hechos metafísicos que son creídos a pies juntillas por millones de personas. Así que alegrémonos de que también haya quien estudie el mallorquín que ya se hablaba en la Isla antes de la conquista de Jaume I, no hay nada de raro en ello. Lo extraño sucede si el Rey de España reconoce con un título a alguna de estas asociaciones tras realizar consultas a «distintas instituciones competentes». Esto sí que es sorprendente, porque nadie se imagina a qué instituciones ha podido consultar que discutan la unidad de la lengua. Y lo que es peor, la Casa Real no quiere identificarlas. Incluso el Consell que preside el popular Llorenç Galmés se declaró ayer algo así como astorat ante la decisión real. Es lógico que el diputado de Més en el Congreso Vicenç Vidal haya pedido a Felipe VI que aclare su decisión. El título que ha concedido enturbia lo que está claro desde hace años, puede generar dudas en algunos embullats y dar alas los brusquers. He ahí a Vox, aplaudiendo las curolles de s’Acadèmi. Vaya panorama, porque otros se preguntarán sobre la fiabilidad de la Jefatura del Estado en cuestiones serias. Y a éstos les asiste la ciencia y la razón.